Encontrados 179 resultados para: gracia divina

  • Siendo, pues, colaboradores, os exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. (II Corintios 6, 1)

  • Hermanos, quiero daros a conocer la gracia que Dios ha concedido a las iglesias de Macedonia. (II Corintios 8, 1)

  • y las tres me ha respondido: "Te basta mi gracia, pues mi poder triunfa en la flaqueza". Con gusto, pues, presumiré de mis flaquezas para que se muestre en mí el poder de Cristo. (II Corintios 12, 9)

  • Fue crucificado en razón de su flaqueza, pero ahora vive por el poder de Dios. Yo también participo de su debilidad y participaré, frente a vosotros, de su poderosa vida divina. (II Corintios 13, 4)

  • La gracia de Jesucristo, el Señor, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros. (II Corintios 13, 13)

  • Os deseamos la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y de Jesucristo nuestro Señor, (Gálatas 1, 3)

  • Estoy sorprendido de que tan rápidamente os hayáis apartado de aquel que os llamó por la gracia de Cristo y os hayáis pasado a otro evangelio. (Gálatas 1, 6)

  • Pero cuando Dios, que me había elegido desde el vientre de mi madre, me llamó por su gracia (Gálatas 1, 15)

  • Fui, impulsado por una revelación divina; y, en privado, expuse a los dirigentes el evangelio que predico a los paganos, para saber si estaba o no trabajando inútilmente. (Gálatas 2, 2)

  • No rechazo la gracia de Dios; pues si la justicia se obtiene por la ley, entonces Cristo murió inútilmente. (Gálatas 2, 21)

  • De suerte que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por la gracia de Dios. (Gálatas 4, 7)

  • Los que queréis ser justificados por la ley quedáis desligados de Cristo y separados de la gracia. (Gálatas 5, 4)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina