Encontrados 283 resultados para: descendientes de benjamín

  • Allí va Benjamín, el pequeño, abriendo marcha, los jefes de Judá, de Zabulón, de Neftalí. (Salmos 68, 28)

  • ante Efraín, Benjamín y Manasés; despierta tu poder y ven a socorrernos. (Salmos 80, 3)

  • que dispersaría a sus descendientes por todos los países y los esparciría entre todos los gentiles. (Salmos 106, 27)

  • que sus descendientes sean exterminados, que en una generación sea borrado su nombre; (Salmos 109, 13)

  • Judas declaró entonces la guerra a los descendientes de Esaú en Idumea, en Acrabatene, porque asediaban a los israelitas. Les infligió una fuerte derrota, los humilló y se apoderó de su botín. (I Macabeos 5, 3)

  • Judas, con sus hermanos, se puso en marcha para luchar contra los descendientes de Esaú en la región meridional. Tomó Hebrón y sus aldeas, derribó sus fortificaciones e incendió las torres de sus murallas. (I Macabeos 5, 65)

  • Pero los descendientes de Jambrí salieron de Madaba, capturaron a Juan con todo el bagaje y se fueron con ello. (I Macabeos 9, 36)

  • Después de esto anunciaron a Jonatán y a Simón, su hermano, que los descendientes de Jambrí estaban celebrando una boda solemne y que llevaban desde Madaba, con gran pompa, a la novia, hija de uno de los más ilustres personajes de Canaán. (I Macabeos 9, 37)

  • Al cabo de muchos años, cuando Dios quiso, Nehemías, enviado por el rey de Persia, mandó a los descendientes de aquellos sacerdotes que lo habían escondido en busca del fuego. Según ellos nos dijeron, no encontraron fuego, sino un agua muy espesa, y mandó que se la llevaran. (II Macabeos 1, 20)

  • Un tal Simón, de la tribu de Benjamín, inspector del templo, se enemistó con el sumo sacerdote por cuestiones de la administración de la ciudad y, (II Macabeos 3, 4)

  • Y colgarán de ella toda la gloria de la casa de su padre -vástagos y descendientes-, toda la vasija menuda, desde las copas hasta las jarras. (Isaías 22, 24)

  • En cuanto a mí, éste es mi pacto con ellos, dice el Señor: Mi espíritu, que reposa en ti, y mis palabras, que he puesto en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus descendientes, ni de la boca de los descendientes de tus descendientes -dice el Señor- desde ahora y por siempre. (Isaías 59, 21)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina