Encontrados 228 resultados para: Piedra viva
Se lo fueron a decir a Saúl: "Mira, el pueblo ha pecado contra el Señor comiendo la carne con la sangre". Él les dijo: "Rodad hacia mí una piedra grande". (I Samuel 14, 33)
metió la mano en el zurrón y sacó de él una piedra, que lanzó con la honda. Hirió al filisteo en la frente. La piedra se clavó en su frente, y cayó de bruces en tierra. (I Samuel 17, 49)
Al tercer día se notará más tu ausencia; entonces vendrás al lugar en el que te escondiste el otro día y te sentarás junto a la piedra que tú sabes. (I Samuel 20, 19)
Porque mientras el hijo de Jesé viva sobre la tierra, ni tú, ni tu reino estaréis seguros. Ahora, mándalo llamar y tráemelo aquí, porque merece la muerte". (I Samuel 20, 31)
Por la mañana, cuando se le había pasado ya la borrachera, le contó todo lo sucedido. Entonces se le paralizó el corazón, y él se quedó como una piedra. (I Samuel 25, 37)
David dijo a Aquís: "Si quieres hacerme un favor, te suplico que me des un lugar en una de las ciudades del campo para habitar allí. Porque no está bien que tu siervo viva junto a ti en la capital del reino". (I Samuel 27, 5)
Él respondió: "Cuando todavía vivía el niño, ayunaba y lloraba, porque me decía: ¡Quién sabe si el Señor tendrá piedad de mí y hará que el niño viva! (II Samuel 12, 22)
Quitó de la cabeza de Milcón la corona de oro, que pesaba treinta y cuatro kilos, y la piedra preciosa que había puesta en ella fue puesta en la corona de David. El botín que tomó de la ciudad fue inmenso. (II Samuel 12, 30)
Jusay, el arquita, amigo de David, llegó junto a Absalón, y le dijo: "¡Viva el rey! ¡Viva el rey!". (II Samuel 16, 16)
Si se retira a una ciudad, todo Israel llevará cuerdas a esta ciudad y la arrastraremos al torrente, hasta que no quede en ella ni una piedra". (II Samuel 17, 13)
Cuando estaban junto a la gran piedra que hay en Gabaón, llegó Amasá frente a ellos. Joab iba vestido con uniforme militar y llevaba al costado una espada envainada. La espada se le salió y se cayó. (II Samuel 20, 8)
¡Viva el Señor, bendita sea mi roca! Alabado sea Dios, el Dios de mi victoria, (II Samuel 22, 47)