Salmos, 89

La Biblia de Jerusalén

1 Poema. De Etán el indígena.

2 El amor de Yahveh por siempre cantaré, de edad en edad anunciará mí boca tu lealtad.

3 Pues tú dijiste: «Cimentado está el amor por siempre, asentada en los cielos mi lealtad.

4 «Una alianza pacté con mi elegido, un juramento hice a mi siervo David:

5 Para siempre jamás he fundado tu estirpe, de edad em edad he erigido tu trono.»

6 Los cielos celebran, Yahveh, tus maravillas, y tu lealtad en la asamblea de los santos.

7 Porque ¿quién en las nubes es comparable a Yahveh, quién a Yahveh se iguala entre los hijos de los dioses?

8 Dios temible en el consejo de los santos, grande y terrible para toda su corte.

9 Yahveh, Dios Sebaot, ¿quién como tú?, poderoso eres, Yahveh, tu lealtad te circunda.

10 Tú domeñas el orgullo del mar, cuando sus olas se encrespan las reprimes;

11 tú machacaste a Ráhab lo mismo que a un cadáver, a tus enemigos dispersaste con tu potente brazo.

12 Tuyo es el cielo, tuya también la tierra, el orbe y cuanto encierra tú fundaste;

13 tú creaste el norte y el mediodía, el Tabor y el Hermón exultan en tu nombre.

14 Tuyo es el brazo y su bravura, poderosa tu mano, sublime tu derecha;

15 Justicia y Derecho, la base de tu trono, Amor y Verdad ante tu rostro marchan.

16 Dichoso el pueblo que la aclamación conoce, a la luz de tu rostro caminan, oh Yahveh;

17 en tu nombre se alegran todo el día, en tu justicia se entusiasman.

18 Pues tú eres el esplendor de su potencia, por tu favor exaltas nuestra frente;

19 sí, de Yahveh nuestro escudo; del Santo de Israel es nuestro rey.

20 Antaño hablaste tú en visión a tus amigos, y dijiste: «He prestado mi asistencia a un bravo, he exaltado a un elegido de mi pueblo.

21 «He encontrado a David mi servidor, con mi óleo santo le he ungido;

22 mi mano será firme para él, y mi brazo le hará fuerte.

23 «No le ha de sorprender el enemigo, el hijo de iniquidad no le oprimirá;

24 yo aplastaré a sus adversarios ante él, heriré a los que le odian.

25 «Mi lealtad y mi amor irán con él, por mi nombre se exaltará su frente;

26 pondré su mano sobre el mar, sobre los ríos su derecha.

27 «El me invocará: ¡Tú, mi Padre, mi Dios y roca de mi salvación!

28 Y yo haré de él el primogénito, el Altísimo entre los reyes de la tierra.

29 «Le guardaré mi amor por siempre, y mi alianza será leal con él;

30 estableceré su estirpe para siempre, y su trono como los días de los cielos.

31 «Si sus hijos abandonan mi ley, y no siguen mis juicios,

32 si profanan mis preceptos, y mis mandamientos no observan,

33 «castigaré su rebelión con vara, y su culpa con azote,

34 mas no retiraré de él mi amor, en mi lealtad no fallaré.

35 «No violaré mi alianza, no cambiaré lo que sale de mis labios;

36 una vez he jurado por mi santidad: ¡a David no he de mentir!

37 «Su estirpe durará por siempre, y su trono como el sol ante mí,

38 por siempre se mantendrá como la luna, testigo fiel en el cielo.»

39 Pero tú has rechazado y despreciado, contra tu ungido te has enfurecido;

40 has desechado la alianza con tu siervo, has profanado por tierra su diadema.

41 Has hecho brecha en todos sus vallados, sus plazas fuertes en ruina has convertido;

42 le han saqueado todos los transeúntes, se ha hecho el baldón de sus vecinos.

43 A sus adversarios la diestra has exaltado, a todos sus enemigos has llenado de gozo;

44 has embotado el filo de su espada, y no le has sostenido en el combate.

45 Le has quitado su cetro de esplendor, y su trono por tierra has derribado;

46 has abreviado los días de su juventud, le has cubierto de ignominia.

47 ¿Hasta cuándo te esconderás, Yahveh? ¿arderá tu furor por siempre como fuego?

48 Recuerda, Señor, qué es la existencia, para qué poco creaste a los hijos de Adán.

49 ¿Qué hombre podrá vivir sin ver la muerte, quién librará su alma de la garra del seol?

50 ¿Dónde están tus primeros amores, Señor, que juraste a David por tu lealtad?

51 Acuérdate, Señor, del ultraje de tus siervos: cómo recibo en mi seno todos los dardos de los pueblos;

52 así ultrajan tus enemigos, Yahveh, así ultrajan las huellas de tu ungido.

53 ¡Bendito sea Yahveh por siempre! ¡Amén! ¡Amén!




Versículos relacionados com Salmos, 89:

El Salmo 89 es un poema que celebra la fidelidad de Dios a su pueblo, el pacto que hizo con David y la promesa de que un descendiente de él siempre gobernaría en Israel. Sin embargo, el salmista parece cuestionar la validez de esta promesa a las dificultades que enfrenta Israel. A continuación hay cinco versos que abordan los temas relacionados con el salmo 89.

Isaías 55:3: "Incluya los oídos, e ven a mí; escucho, y tu alma vivirá; porque haré un pacto perpetuo, dándote los firmes beneficios de David". Este versículo habla sobre el pacto que Dios hizo con David y que se menciona en el Salmo 89. Aquí, Dios invita a la gente a detenerlo y escuchar su Palabra, lo que trae vida y bendiciones.

2 Samuel 7:16: "Y tu casa y tu reino serán firmes para siempre antes que tú; tu trono se establecerá para siempre". Este versículo es la promesa que Dios hizo a David, mencionado en el Salmo 89, que un descendiente de él siempre gobernaría en Israel.

Jeremías 33:20-21: "Así dice el Señor, si puedes invalidar mi concierto con el día y mi concierto con la noche, para que no haya día o noche a tiempo, mi concierto con David, mi sirviente, que Puede que no tenga un hijo que reine en su trono; y con los levitas, sacerdotes, mis ministros ". En estos versículos, Dios reafirma la promesa que hizo a David, que un descendiente de él siempre gobernaría en Israel, y dice que esta promesa es tan segura como el ciclo del día y la noche.

Salmo 33:4: "Porque la Palabra del Señor es recta, y todas sus obras son fieles". Este versículo enfatiza la fidelidad de Dios, el tema central del Salmo 89. Así como la Palabra de Dios es directa y fiel, también es fiel para cumplir sus promesas.

Isaías 54:10: "Porque las colinas se desviarán, y las colinas sacudirán; pero mi amabilidad no se apartará de ti, y el concierto de mi paz no cambiará, el Señor que él mismo sacude". Este versículo habla sobre la fidelidad de Dios, incluso frente a los cambios e inestabilidad de la vida. La promesa de Dios a David, mencionada en el Salmo 89, es un ejemplo de esta fidelidad.


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