Talált 1103 Eredmények: vio

  • Lo mismo sucede con los barcos: por grandes que sean y a pesar de la violencia de los vientos, mediante un pequeño timón, son dirigidos adonde quiere el piloto. (Santiago 3, 4)

  • Elías era un hombre como nosotros, y sin embargo, cuando oró con insistencia para que no lloviera, no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. (Santiago 5, 17)

  • Después volvió a orar; entonces el cielo dio la lluvia, y la tierra produjo frutos. (Santiago 5, 18)

  • Queridos míos, no se extrañen de la violencia que se ha desatado contra ustedes para ponerlos a prueba, como si les sucediera algo extraordinario. (I Pedro 4, 12)

  • Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que desencadenó el diluvio sobre una tierra poblada de impíos, preservando sólo a ocho personas, entre ellas a Noé, el heraldo de la justicia. (II Pedro 2, 5)

  • En él se cumple lo que dice justamente el proverbio: «El perro volvió a comer lo que había vomitado», y este otro: «La puerca recién lavada se revuelca en el barro». (II Pedro 2, 22)

  • A causa de esas aguas, el mundo de entonces pereció sumergido por el diluvio. (II Pedro 3, 6)

  • Hermanos míos, ustedes están prevenidos. Manténganse en guardia, no sea que, arrastrados por el extravío de los que hacen el mal, pierdan su firmeza. (II Pedro 3, 17)

  • Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. (I Juan 4, 9)

  • Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. (I Juan 4, 10)

  • Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. (I Juan 4, 14)

  • Ahora bien, el mismo arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente: «Que el Señor te reprima». (Judas 1, 9)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina