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Y se le anunció a la casa de David: "Siria ha acampado en Efraín". Entonces se estremeció el corazón del rey y el corazón del pueblo, como se estremecen con el viento los árboles del bosque. (Isaías 7, 2)
El residuo de los árboles del bosque será fácil de numerar; un niño lo podría contar. (Isaías 10, 19)
Corta cedros o escoge un ciprés o una encina, ya crecidos entre los árboles del bosque, o bien algún cedro plantado por él y que la lluvia ha hecho crecer. (Isaías 44, 14)
Gritad de gozo, cielos, porque el Señor lo ha hecho; alegraos, honduras de la tierra; lanzad gritos de júbilo, montañas, y tú, bosque, con todos tus árboles, porque el Señor ha redimido a Jacob y ha manifestado su gloria en Israel. (Isaías 44, 23)
Sí, partiréis con alegría y en paz seréis llevados; montes y colinas prorrumpirán ante vosotros en gritos de alegría, y todos los árboles del campo aplaudirán. (Isaías 55, 12)
No construirán para que lo habite otro, no plantarán para que otro lo coma; porque como la duración de los árboles serán los días de mi pueblo, y mi elegidos disfrutarán de la obra de sus manos. (Isaías 65, 22)
Pues así habla el Señor todopoderoso: Derribad sus árboles, alzad un terraplén en torno a Jerusalén; ésta es la ciudad de la mentira, en ella sólo hay opresión. (Jeremías 6, 6)
Por eso, esto dice el Señor: He aquí que mi cólera, mi furor, se va a desencadenar sobre este lugar, sobre los hombres y los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra. Y quemará sin apagarse. (Jeremías 7, 20)
Por tanto, esto dice el Señor Dios: lo mismo que el leño de la vid entre los árboles del bosque, al cual he entregado como pasto al fuego, así trataré a los habitantes de Jerusalén. (Ezequiel 15, 6)
Y sabrán todos los árboles del bosque que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humilde, hago secarse el árbol verde y reverdecer el árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré". (Ezequiel 17, 24)
Dirás al bosque del Negueb: Escucha la palabra del Señor: Esto dice el Señor: Mira que yo voy a prenderte fuego, que devorará todos los árboles verdes lo mismo que los secos. La llama devoradora no se apagará y arderá todo en el Negueb de sur a norte. (Ezequiel 21, 3)
Las lluvias lo hicieron grande, las aguas subterráneas lo hicieron crecer llevando sus corrientes al lugar donde estaba plantado, mandando sus canales a todos los árboles del campo. (Ezequiel 31, 4)