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traer además a los sacerdotes, a las salas del templo de nuestro Dios, las primicias de nuestra harina, de los frutos de toda clase de árboles, del vino y del aceite; y dar la décima parte de nuestras cosechas a los levitas -los levitas mismos lo recogerán en todas las ciudades de nuestra labranza-. (Nehemías 10, 38)
y se lo entregaba a los sacerdotes, descendientes de Aarón, para el altar. A los levitas, que prestan sus servicios en Jerusalén, les entregaba la décima parte del trigo, del vino y del aceite, de las granadas, de los higos y de los otros frutos de los árboles. Otra décima parte la hacía dinero y lo distribuía cada año en Jerusalén. (Tobías 1, 7)
que sonrían los campos con sus frutos, que griten de alegría los árboles del bosque (Salmos 96, 12)
Los árboles del Señor sacian su sed, y los cedros del Líbano que él había plantado. (Salmos 104, 16)
arrasó sus viñedos y sus higuerales, destrozó los árboles de toda la comarca. (Salmos 105, 33)
montañas y todas las colinas, árboles frutales y todos los cedros, (Salmos 148, 9)
De hoy en adelante renuncio para siempre al tercio de la cosecha y a la mitad de la de los árboles frutales que me pertenecen en la región de Judea y en los tres distritos anexionados de Samaría y Galilea; (I Macabeos 10, 30)
Les confirmamos la posesión de los territorios de Judea y de los tres distritos de Aferema, Lida y Ramatáyim. Son desmembrados de Samaría, pasando a Judea, junto con sus dependencias, en favor de todos los que van a ofrecer sacrificios en Jerusalén, y en lugar de los tributos que el rey percibía todos los años, hasta ahora, por los productos de la tierra y por los frutos de los árboles. (I Macabeos 11, 34)
Los habitantes cultivaban en paz sus propias tierras, la tierra producía sus cosechas y los árboles del campo daban frutos. (I Macabeos 14, 8)
me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles frutales de toda clase. (Eclesiastés 2, 5)
Ella: Como manzano entre árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes. A su sombra apetecida estoy sentada, y su fruto me es dulce al paladar. (Cantar 2, 3)
nardo y azafrán, canela y cinamomo, con toda clase de árboles de incienso, mirra y áloe con los bálsamos más finos. (Cantar 4, 14)