1. Reina el Señor, vestido de grandeza, el Señor se revistió de poder, lo ciñó a su cintura, el mundo está ahora firme e inamovible.

2. Tu trono está erigido desde siempre, pues tú eres, Señor, desde la eternidad.

3. Los ríos levantan, Señor, los ríos levantan su voz, los ríos levantan su fragor.

4. Pero más que el fragor de las aguas, más grandioso que el oleaje de la mar es el Señor, grandioso en las alturas.

5. Nada hay más seguro que tus palabras, tu casa es el lugar de la santidad, oh Señor, día tras día y para siempre.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina