1. Salmo de David. Yo te invoco, Señor, ven pronto en mi ayuda: escucha mi voz cuando te llamo;

2. que mi oración suba hasta ti como el incienso, y mis manos en alto, como la ofrenda de la tarde.

3. Coloca, Señor, un guardián en mi boca y un centinela a la puerta de mis labios;

4. no dejes que mi corazón se incline a la maldad, o a cometer delitos con hombres perversos. ¡No, nunca gustaré de sus manjares!

5. Que el justo me golpee como amigo y me corrija, pero que el óleo del malvado no perfume mi cabeza: yo seguiré oponiendo mi oración a sus maldades.

6. Sus príncipes cayeron despeñados, esos que se complacían en oírme decir:

7. "Como una piedra de molino hecha pedazos están esparcidos nuestros huesos ante las fauces del Abismo".

8. Pero mis ojos, Señor, están fijos en ti: en ti confío, no me dejes indefenso.

9. Protégeme del lazo que me han tendido y de las trampas de los que hacen el mal.

10. ¡Caigan los malvados en sus propias redes, mientras yo paso sin hacerme daño!





“Há duas razões principais para se orar com muita satisfação: primeiro para render a Deus a honra e a glória que Lhe são devidas. Segundo, para falar com São Padre Pio de Pietrelcina