Encontrados 174 resultados para: siervos

  • Yo os envié incesantemente, sin cansarme, a mis siervos los profetas para que os dijeran: no hagáis esas cosas horribles que yo detesto. (Jeremías 44, 4)

  • Porque has descargado sobre nosotros tu cólera y tu furor, como habías amenazado por medio de tus siervos los profetas al decir: (Baruc 2, 20)

  • Pero nosotros no hicimos caso de tu invitación de servir al rey de Babilonia; y tú entonces has cumplido tus amenazas pronunciadas por medio de tus siervos los profetas; esto es, que los huesos de nuestros reyes y de nuestros padres serían sacados de sus sepulcros. (Baruc 2, 24)

  • Esto dice el Señor Dios: Tú eres aquel de quien yo hablé antaño por medio de mis siervos los profetas de Israel, que profetizaron en aquella época prediciendo que yo te haría venir contra ellos. (Ezequiel 38, 17)

  • "Haz una prueba con tus siervos durante diez días. Que nos den legumbres por comida y agua por bebida; (Daniel 1, 12)

  • después puedes comparar nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen los manjares del rey y tratar a tus siervos con arreglo a lo que hayas visto". (Daniel 1, 13)

  • Los caldeos respondieron al rey: "¡Oh rey, vive eternamente! Cuenta el sueño a tus siervos y nosotros te daremos su interpretación". (Daniel 2, 4)

  • Ahora no podemos abrir nuestra boca; la vergüenza, el deshonor son el destino de tus siervos y de tus fieles. (Daniel 3, 33)

  • Y queden avergonzados los que persiguen a tus siervos, sean cubiertos de vergüenza, derribado su imperio y aniquilada su potencia; (Daniel 3, 44)

  • Los siervos del rey que los habían echado en el horno no cesaban de atizar el fuego con nafta, pez, estopa y sarmientos. (Daniel 3, 46)

  • Siervos del Señor, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo eternamente. (Daniel 3, 85)

  • Después Nabucodonosor se acercó a la boca del horno de fuego ardiente y dijo: "¡Sidrac, Misac y Abdénago, siervos del Dios altísimo, salid fuera y venid aquí!". Sidrac, Misac y Abdénago salieron del fuego. (Daniel 3, 93)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina