Encontrados 2677 resultados para: padre e hijo

  • La práctica religiosa pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y en guardarse de los vicios del mundo. (Santiago 1, 27)

  • Abrahán, nuestro Padre, ¿no fue justificado por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? (Santiago 2, 21)

  • Con ella bendecimos al Señor, nuestro Padre; y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. (Santiago 3, 9)

  • elegidos por designio de Dios Padre para ser santificados por el Espíritu para obedecer a Jesucristo y ser purificados con su sangre os deseo la gracia y la paz en abundancia (I Pedro 1, 2)

  • Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo que llevado de su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos a una esperanza viva (I Pedro 1, 3)

  • Y si invocáis como Padre al que juzga imparcialmente a cada uno según sus obras comportaos respetuosamente mientras estáis de paso en este mundo. (I Pedro 1, 17)

  • Os saluda la iglesia de Babilonia, elegida por Dios lo mismo que vosotros y Marcos, mi hijo. (I Pedro 5, 13)

  • Él recibió de Dios Padre el honor y la gloria cuando desde la excelsa gloria se le hizo llegar esta voz: Éste es mi Hijo querido, mi predilecto. (II Pedro 1, 17)

  • Abandonaron el buen camino, se extraviaron y siguieron el ejemplo de Balaán, hijo de Beor, que habiendo buscado el salario de la injusticia, (II Pedro 2, 15)

  • pues la vida se ha manifestado, la hemos visto, damos testimonio de ella y os anunciamos la vida eterna, que estaba junto al Padre y se nos ha manifestado; (I Juan 1, 2)

  • eso que hemos visto y oído, os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros, como lo estamos nosotros con el Padre y con su Hijo Jesucristo. (I Juan 1, 3)

  • pero si andamos en la luz, como él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado. (I Juan 1, 7)


“O bem dura eternamente.” São Padre Pio de Pietrelcina