Encontrados 52 resultados para: jardín del Edén

  • Levántate, Aquilón; Austro, ven; soplad en mi jardín y exhale sus aromas. ¡Entre mi amor en su vergel y coma sus frutos exquisitos! (Cantar 4, 16)

  • He entrado en mi jardín, hermana mía, novia mía, he recogido mi bálsamo y mi mirra, he comido mi miel y mi panal, he bebido mi vino y mi leche. Coro: ¡Comed, amigos, y bebed, embriagaos, compañeros! (Cantar 5, 1)

  • Ella: Mi amor ha bajado a su jardín, a las eras del bálsamo, a apacentar su rebaño en los jardines, a recoger lirios. (Cantar 6, 2)

  • Yo soy como canal que sale de río, como acueducto que entra en un jardín. (Eclesiástico 24, 30)

  • Pues quedaréis igual que un terebinto de hojas marchitas, lo mismo que un jardín que ya no tiene agua. (Isaías 1, 30)

  • Sí, el Señor se compadece de Sión, se compadece de todas sus ruinas; convertirá su desierto en un edén, y su tierra seca en el jardín del Señor. Gritos de gozo y júbilo se oirán en ella, acción de gracias al son de la música. (Isaías 51, 3)

  • Al verlos, Sedecías, rey de Judá, y todos los combatientes emprendieron la huida, saliendo de noche de la ciudad por el camino del jardín real, por la puerta situada entre los dos muros, tomando el camino de la Arabá. (Jeremías 39, 4)

  • abrieron una brecha en el muro de la ciudad, y el rey y todos los hombres de guerra salieron huyendo durante la noche por el camino de la puerta situada entre los dos muros, junto al jardín del rey -los caldeos cercaban la ciudad-, y tomaron el camino de la Arabá. (Jeremías 52, 7)

  • Ha destrozado su recinto semejante a un jardín, ha derruido el lugar de su reunión. El Señor ha hecho olvidar en Sión fiestas y sábados; ha desechado, en el ardor de su ira, a rey y sacerdotes. (Lamentaciones 2, 6)

  • Jarrán, Canné y Edén, así como los mercaderes de Sabá, Asiria y Media, tenían estrechas relaciones comerciales contigo; (Ezequiel 27, 23)

  • En Edén, jardín de Dios, vivías. Innumerables piedras preciosas adornaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, carbunclo y esmeralda; de oro era el borde de tu manto, de oro las incrustaduras, todo a punto desde el día en que fuiste creado. (Ezequiel 28, 13)

  • No le igualaban los demás cedros en el jardín de Dios, los cipreses no podían competir con su ramaje, los plátanos no tenían su follaje. Ningún árbol, en el jardín de Dios, era a él comparable en belleza. (Ezequiel 31, 8)


“Enquanto estivermos vivos sempre seremos tentados. A vida é uma contínua luta. Se às vezes há uma trégua é para respirarmos um pouco.” São Padre Pio de Pietrelcina