Encontrados 362 resultados para: ejército filisteo

  • Goliat se plantó y gritó a las filas de Israel diciéndoles: «¿Para qué habéis salido a poneros en orden de batalla? ¿Acaso no soy yo filisteo y vosotros servidores de Saúl? Escogeos un hombre y que baje contra mí. (I Samuel 17, 8)

  • Y añadió el filisteo: «Yo desafío hoy a las filas de Israel; dadme un hombre y lucharemos mano a mano.» (I Samuel 17, 10)

  • Oyó Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo y se consternaron y se llenaron de miedo. (I Samuel 17, 11)

  • El filisteo se acercaba mañana y tarde y se presentó así durante cuarenta días. (I Samuel 17, 16)

  • Se levantó David de madrugada, dejó el rebaño al guarda y, tomado las cosas, se fue como le había mandado Jesé, y llegó al círculo del campamento justo cuando salía el ejército para ordenarse en batalla, lanzando el grito de guerra. (I Samuel 17, 20)

  • Mientras hablaba con ellos el hombre de las tropas de choque, llamado Goliat, el filisteo de Gat, subía de las filas de los filisteos, diciendo las mismas palabras, y le oyó David. (I Samuel 17, 23)

  • Preguntó, pues, David a los hombres que estaban a su lado: «¿Qué se hará al hombre que mate a ese filisteo y aparte la afrenta de Israel? Pues ¿quién es ese filisteo incircunciso para injuriar a las huestes de Dios vivo?» (I Samuel 17, 26)

  • Dijo David a Saúl: «Que nadie se acobarde por ése. Tu siervo irá a combatir con ese filisteo.» (I Samuel 17, 32)

  • Dijo Saúl a David: «No puedes ir contra ese filisteo para luchar con él, porque tú eres un niño y él es hombre de guerra desde su juventud.» (I Samuel 17, 33)

  • Tu siervo ha dado muerte al león y al oso, y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, pues ha insultado a las huestes de Dios vivo.» (I Samuel 17, 36)

  • Añadió David: «Yahveh que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará de la mano de ese filisteo.» Dijo Saúl a David: «Vete, y que Yahveh sea contigo.» (I Samuel 17, 37)

  • Tomó su cayado en la mano, escogió en el torrente cinco cantos lisos y los puso en su zurrón de pastor, en su morral , y con su honda en la mano se acercó al filisteo. (I Samuel 17, 40)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina