Encontrados 63 resultados para: propiedad
Maldito sea el que desplaza los límites de la propiedad de su vecino. Y todo el pueblo responderá: Amén. (Deuteronomio 27, 17)
"Sube a esa montaña de los Abarím, al monte Nebo que está en el país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que yo doy en propiedad a los israelitas. (Deuteronomio 32, 49)
Así Josué se apoderó de todo el país, de acuerdo con lo que el Señor le había dicho a Moisés, y lo entregó como propiedad hereditaria a cada una de las tribus de Israel. Y ya no hubo más guerra en el país. (Josué 11, 23)
Moisés, el servidor del Señor, y los israelitas habían derrotado a estos reyes, y Moisés había dado el territorio en propiedad a los rubenitas, a los gaditas y a la mitad de la tribu de Manasés. (Josué 12, 6)
Así los rubenitas, los gaditas y la mitad de la tribu de Manasés dejaron a los israelitas en Silo, en territorio de Canaán, para regresar a Galaad. Esta era la tierra de su propiedad, donde se habían establecido conforme a la orden que el Señor había dado por intermedio de Moisés. (Josué 22, 9)
Los huesos de José, que los israelitas trasladaron desde Egipto, fueron enterrados en Siquém, en la parcela de campo que Jacob había comprado a los hijos de Jamor, padre de Siquém, por cien monedas de plata, y que había pasado a ser propiedad de los hijos de José. (Josué 24, 32)
Lo enterraron en el territorio de su propiedad, en Timnat Séraj, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaás. (Jueces 2, 9)
Ahora ellos nos pagan viniendo a expulsarnos de tu propiedad, la que tú nos has dado en posesión. (II Crónicas 20, 11)
Estos son los jefes de la provincia que se establecieron en Jerusalén, y en las otras ciudades de Judá. Así, todo Israel, los sacerdotes, los levitas, los empleados del Templo y los hijos de los servidores de Salomón, vivían en sus respectivas ciudades, cada uno en su propiedad. (Nehemías 11, 3)
El resto de los israelitas, de los sacerdotes y levitas vivían en todas las ciudades de Judá, cada uno en su propiedad. (Nehemías 11, 20)
Pídeme, y te daré las naciones como herencia, y como propiedad, los confines de la tierra. (Salmos 2, 8)
le envió un prendedor de oro, como se acostumbra conceder a los parientes de los reyes, y le dio en propiedad Acarón con todo su territorio. (I Macabeos 10, 89)