Encontrados 144 resultados para: número de la bestia
Ellos tenían divisiones armadas para la guerra, registradas por familias según sus listas genealógicas, en número de 36.000 hombres, porque tenían muchas mujeres e hijos. (I Crónicas 7, 4)
Los descendientes de Bela fueron Esbón, Uzí, Uziel, Ierimot e Irí: cinco en total; eran jefes de familia y hombres valerosos. Todos estaban registrados y su número era de 22.034. (I Crónicas 7, 7)
Todos estos fueron hijos de Iediael, jefes de familia y hombres valerosos; su número era de 17.200, aptos para combatir en la guerra. (I Crónicas 7, 11)
Todos estos fueron descendientes de Aser, jefes de familias, guerreros selectos y valerosos, jefes entre los príncipes. Al ser registrados para el servicio militar, su número alcanzó a 26.000 hombres. (I Crónicas 7, 40)
Este es el número de los hombres equipados con sus armas, que se presentaron ante David en Hebrón, para transferirle el reino de Saúl, conforme a la orden del Señor: (I Crónicas 12, 24)
Tienes a tu disposición un buen número de obreros, talladores de piedras, orfebres y expertos en toda clase de obras. (I Crónicas 22, 15)
y se hizo el censo de los levitas mayores de treinta años: su número, contados uno por uno, sumaba 38.000 hombres. (I Crónicas 23, 3)
Además, debían ofrecer los holocaustos al Señor en los sábados, novilunios y solemnidades, según el número y el rito establecido delante del Señor para siempre. (I Crónicas 23, 31)
El número de los israelitas -incluyendo los jefes de familia, los jefes de mil y cien hombres y los oficiales que servían al rey en lo referente a las divisiones que entraban y salían de servicio cada mes, a lo largo de todo el año- era de 24.000 hombres por cada división. (I Crónicas 27, 1)
Al día siguiente ofrecieron sacrificios y holocaustos al Señor: mil novillos, mil carneros y mil corderos, con sus libaciones, y un gran número de sacrificios por todo Israel. (I Crónicas 29, 21)
El número de holocaustos que ofreció la asamblea fue de setenta terneros, cien carneros y doscientos corderos. Todo esto se ofreció como holocausto al Señor. (II Crónicas 29, 32)
ya que no habían podido celebrarla a su debido tiempo, porque los sacerdotes no se habían purificado en número suficiente y el pueblo no se había reunido en Jerusalén. (II Crónicas 30, 3)