Encontrados 221 resultados para: ofrenda de alimentos

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año. Esa fue la ofrenda de Ajirá, hijo de Enan. (Números 7, 83)

  • Esa fue la ofrenda de los jefes de Israel en la dedicación del altar, el día en que fue consagrado: doce fuentes de plata, doce platillos de plata y doce navetas de oro. (Números 7, 84)

  • Entonces Aarón ofrecerá a los levitas, como se le presenta una ofrenda mecida, pues son ellos los que estarán a cargo del servicio de Yavé. (Números 8, 11)

  • Pondrás luego a los levitas delante de Aarón y de sus hijos y los presentarás como se presenta una ofrenda mecida. (Números 8, 13)

  • Desde ese momento cuidarán del servicio en la Tienda de las Citas. Los purificarás y los presentarás como se presenta una ofrenda mecida, (Números 8, 15)

  • Los levitas fueron purificados y se pusieron ropa limpia, y Aarón los presentó ante Yavé como se presenta una ofrenda, y luego hizo la expiación por ellos para que fueran purificados. (Números 8, 21)

  • y les dijeron: «Estamos impuros por haber tocado un cadáver humano, ¡qué lástima que no podamos presentar la ofrenda a Yavé cuando los hijos de Israel la están celebrando!» (Números 9, 7)

  • En cambio el que, encontrándose puro y no estando de viaje deje de celebrar la Pascua, será eliminado de entre los suyos por no haber ofrecido a su tiempo la ofrenda de Yavé. Así pagará la pena de su pecado. (Números 9, 13)

  • El que ofrezca un sacrificio a Yavé presentará una ofrenda de un décimo de flor de harina amasada con un cuarto de medida de aceite, (Números 15, 4)

  • Si es un chivo, la ofrenda será de dos décimos de flor de harina amasada con un tercio de medida de aceite, (Números 15, 6)

  • Cuando ofrezcas en sacrificio un novillo, ya sea como holocausto, ya sea como sacrificio de comunión o para cumplir un voto o como ofrenda pacífica a Yavé, (Números 15, 8)

  • presentarás, además del novillo, una ofrenda de tres medidas de flor de harina amasada con media medida de aceite, (Números 15, 9)


O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina