Encontrados 110 resultados para: interés propio

  • Eres un pueblo consagrado a Yavé, tu Dios. Yavé te ha elegido de entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra, para que seas su propio pueblo. (Deuteronomio 7, 6)

  • ¿No podría ser que digas: «Con mi propio esfuerzo me conseguí esta buena situación»? (Deuteronomio 8, 17)

  • Supliqué a Yavé y le dije: «Ah, Señor Dios, no destruyas a ese pueblo que es tu propio pueblo, y que te ganaste con tu poderío, a los que sacaste de Egipto con mano firme. (Deuteronomio 9, 26)

  • Pues tú eres un pueblo santo y consagrado a Yavé, tu Dios. Yavé te ha elegido de entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra, para que seas su propio pueblo. (Deuteronomio 14, 2)

  • No prestarás con interés a tus hermanos, ni dinero, ni alimentos, ni cualquier otra cosa por la que se cobran intereses. (Deuteronomio 23, 20)

  • Al extranjero podrás prestarle con interés, pero a tu hermano, no. Con esto conseguirás que Yavé, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas, en la tierra que vas a poseer. (Deuteronomio 23, 21)

  • No se matará a los padres por la culpa de sus hijos, ni a los hijos por la de sus padres. Cada cual pagará por su propio pecado. (Deuteronomio 24, 16)

  • Pero la parte de Yavé fue su pueblo, Jacob fue su propio dominio. (Deuteronomio 32, 9)

  • Tres días más tarde, los israelitas supieron que esa gente habitaba en la vecindad en medio de su propio territorio. (Josué 9, 16)

  • Jefté mandó mensajeros al rey de los amonitas para que le dijeran: «¿Qué tenemos que ver tú y yo para que vengas a atacarme en mi propio país?» (Jueces 11, 12)

  • Les dijo: «Miren lo que les va a exigir su rey: les tomará a sus hijos y los destinará a su carro y a sus caballos, o también los hará correr delante de su propio carro; (1 Samuel 8, 11)

  • Y David dijo a Abisaí y a sus servidores: «Si mi propio hijo quiere matarme, con mayor razón este hombre de la tribu de Saúl. Déjenlo que me maldiga si Yavé se lo ha mandado. (2 Samuel 16, 11)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina