Encontrados 36 resultados para: humo

  • Señor, inclina tus cielos y desciende, toca los montes para que echen humo. (Salmos 144, 5)

  • Estos se dieron cuenta que los suyos habían huido y su campamento había sido destruido, bastaba con ver el humo. Se atemorizaron mucho. (1 Macabeos 4, 20)

  • Vinagre para los dientes, humo en los ojos, eso es el flojo para su patrón. (Proverbios 10, 26)

  • ¿Quién es éste que sube del desierto? Parece ser una columna de humo perfumado de mirra y de incienso y de todos los aromas. (Cantar 3, 6)

  • Sí, la esperanza de los impíos es como la paja que se la lleva el viento, o como el copo de nieve que arrastra la tormenta, como el humo disipado por el viento, o el recuerdo de un huésped de un día: que se olvida. (Sabiduría 5, 14)

  • Humo y vapor se ven antes que las llamas: las injurias preceden a la sangre derramada. (Sirácides (Eclesiástico) 22, 24)

  • Exhalé mi perfume como el cinamomo, como las plantas olorosas; expandí mi buen olor como las savias aromáticas, como el bálsamo y la mirra exquisita, como el humo del incienso en el santuario. (Sirácides (Eclesiástico) 24, 15)

  • Los postes de piedra de la entrada temblaban a la voz del que gritaba y la Casa se llenaba de humo. Yo exclamé: (Isaías 6, 4)

  • Pues su maldad arde como fuego, devora zarzas y espinas, y después quema la espesura del bosque, y todos ellos se disipan como se disipa el humo. (Isaías 9, 19)

  • No se apagará ni de día ni de noche, y el humo subirá continuamente. Quedará desolado para siempre, y por ahí nadie pasará. (Isaías 34, 10)

  • Levanten los ojos al cielo y miren después al suelo. Miren que los cielos se derriten y se hacen humo y la tierra se deshace como la ropa mientras sus habitantes mueren como moscas. Pero mi salvación durará para siempre y mi justicia nunca se acabará. (Isaías 51, 6)

  • Dicen: «Párate, no te acerques, que puedo pegarte la santidad.» Todo esto me molesta las narices como el humo de un incendio que no se apaga. (Isaías 65, 5)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina