Encontrados 137 resultados para: belleza interior
Desde la fachada de la puerta interior hasta el exterior había cien codos. Esto era para el este. Al norte, (Ezequiel 40, 19)
Las ventanas, el vestíbulo y las palmas tenían la misma dirección que las del pórtico del este; se llegaba a ellas por siete escalones y el vestíbulo daba al interior. (Ezequiel 40, 22)
El patio interior tenía una puerta hacia el pórtico del norte, semejante a la que miraba al este; el hombre midió de una puerta a la otra y registró cien codos. (Ezequiel 40, 23)
El patio interior tenía una puerta que daba al pórtico del sur; medía cien codos de una puerta a otra. (Ezequiel 40, 27)
Me llevó al patio interior por el pórtico sur y midió ese pórtico; tenía las mismas dimensiones que los otros. (Ezequiel 40, 28)
Me llevó al patio interior por el este, y midió el pórtico; tenía las mismas dimensiones que los otros. (Ezequiel 40, 32)
De ese modo había cuatro mesas en el interior y cuatro en el exterior de la puerta, o sea ocho mesas sobre las cuales se degollaban las víctimas. (Ezequiel 40, 41)
Me hizo entrar en el patio interior. Había allí dos salas, una en dirección a la fachada sur del pórtico norte, y otra hacia la fachada norte del pórtico sur. (Ezequiel 40, 44)
Las piezas laterales estaban dispuestas en tres pisos, treinta por cada uno. Había salientes en la pared de la Casa por los lados, alrededor, a fin de que las sostuvieran, sin que sus vigas penetraran en la pared interior de la Casa. (Ezequiel 41, 6)
El ancho de las piezas iba aumentando en todo a medida que se subían; porque el corredor del edificio aumentaba gradualmente en todo el rededor de modo que el interior era más ancho en lo más alto, y así desde el pavimento se subía al piso del medio, y de éste al más alto. (Ezequiel 41, 7)
La decoración se extendía desde la entrada hasta dentro de la Casa, tanto en el exterior como el interior. (Ezequiel 41, 17)
El hombre me hizo salir en dirección norte, al patio interior; me condujo a las salas que daban al patio al norte del edificio. (Ezequiel 42, 1)