Encontrados 24 resultados para: Prosperidad

  • Los ancianos se sentaban en las plazas y todos hablaban de prosperidad; y los jóvenes vestían vistosos trajes de guerra. (1 Macabeos 14, 9)

  • Los mensajeros que han mandado a nuestro pueblo nos informaron de los éxitos y de la prosperidad de su nación. Nos alegramos por su venida. (1 Macabeos 14, 21)

  • Los habitantes de Jerusalén y Judea, sus Ancianos y Judas saludan y desean prosperidad a Aristóbulo, profesor del rey Tolomeo, de la raza de los sacerdotes ungidos, y a los judíos que están en Egipto. (2 Macabeos 1, 10)

  • «A los honrados ciudadanos judíos, mucha salud, prosperidad y bienestar de parte del rey y general Antíoco. (2 Macabeos 9, 19)

  • Ellos prolongarán tus días, te darán la prosperidad, años de vida. (Proverbios 3, 2)

  • Junto conmigo encuentran honor y riqueza, fortuna perdurable y prosperidad. (Proverbios 8, 18)

  • Si se multiplicaran los sabios, sería la salvación del mundo, porque un rey inteligente hace la prosperidad de su pueblo. (Sabiduría 6, 24)

  • Prosperidad y mala suerte, vida y muerte, pobreza y riqueza, todo viene del Señor. (Sirácides (Eclesiástico) 11, 14)

  • ¡Oh raza de Aarón, que el Señor ponga sabiduría en sus corazones para que gobiernen a su pueblo con rectitud, y así, de generación en generación, no se pierda ni su prosperidad ni su gloria! (Sirácides (Eclesiástico) 45, 26)

  • El imperio crece con él y la prosperidad no tiene límites, para el trono de David y para su reino: El lo establece y lo afianza por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. Sí, así será, por el amor celoso de Yavé Sabaot. (Isaías 9, 6)

  • Preocúpense por la prosperidad del país donde los he desterrado y rueguen por él a Yavé; porque la prosperidad de este país será la de ustedes.» Pues así habla Yavé: (Jeremías 29, 7)

  • Por eso, rey, acepta mi consejo: borra tus pecados con obras de justicia y tus maldades demostrando misericordia con los pobres; tal vez hagas durar tu prosperidad con esto. (Daniel 4, 24)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina