Encontrados 294 resultados para: Grande

  • Metan la hoz, pues los sembrados están maduros, vengan y pisen, porque el lagar está lleno y las cubas desbordan, ¡tan grande es su maldad! (Joel 4, 13)

  • pero pasen a la ciudad de Calne y vean. Vayan de allí a Jamat la grande y bajen después a Gat de los filisteos. ¿Valen ustedes más que esos reinos, o es su territorio más grande que lo era el de ellos? (Amós 6, 2)

  • «Levántate, vete a Nínive, la ciudad grande, y predica contra ellos, porque su maldad ha subido hasta mí.» (Jonás 1, 2)

  • Pero Yavé envió un fuerte viento sobre el mar, causando una tempestad tan grande que el barco amenazaba hundirse. (Jonás 1, 4)

  • Se levantó Jonás y fue a Nínive, como se lo había ordenado Yavé. Nínive era una ciudad muy grande. Se necesitaban tres días para atravesarla. (Jonás 3, 3)

  • Por eso, dice Yavé, yo también tramo el mal contra esa gente, una desgracia tan grande que no podrán hacerle el quite ni caminar con la frente en alto. (Miqueas 2, 3)

  • Al oírla el ángel me ordenó: «Anúncialo a viva voz: Esto es lo que dice Yavé de los Ejércitos: Mi amor por Jerusalén y por Sión es tan grande que llega a ser celoso; (Zacarías 1, 14)

  • La lamentación que habrá en ese día, en Jerusalén, será tan grande como la que se celebra para Hadad Rimón en la llanura de Meguido. (Zacarías 12, 11)

  • Desde donde sale el sol hasta el ocaso, en cambio, todas las naciones me respetan y en todo el mundo se ofrece a mi Nombre tanto el humo del incienso como una ofrenda pura. Porque mi Nombre es grande en las mismas naciones paganas, dice Yavé de los ejércitos. (Malaquías 1, 11)

  • Maldito sea el tramposo que, teniendo en su rebaño un toro, luego de prometérmelo, me sacrifica una bestia raquítica. Porque el Rey grande soy yo, y mi Nombre será respetado en todas las naciones, dice Yavé de los Ejércitos. (Malaquías 1, 14)

  • Les voy a enviar al profeta Elías antes que llegue el día de Yavé, que será grande y temible. (Malaquías 3, 23)

  • ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez a la estrella!. Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. (Evangelio según San Mateo 2, 10)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina