Znaleziono 1019 Wyniki dla: Trono de David

  • David le respondió: «Cuando estaba guardando el rebaño de mi padre y venía un león o un oso y se llevaba una oveja del rebaño, (1 Samuel 17, 34)

  • Y añadió David: «Yavé, que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará de las manos de este filisteo.» (1 Samuel 17, 36)

  • Entonces Saúl dijo a David: «Vete y que Yavé sea contigo.» (1 Samuel 17, 37)

  • Después, David se abrochó el cinturón con la espada por sobre la coraza, pero no pudo andar porque no estaba acostumbrado. Y se deshizo de todas estas cosas. (1 Samuel 17, 39)

  • El filisteo se acercó más y más a David, precedido por el que llevaba su escudo, (1 Samuel 17, 41)

  • David, empero, le respondió: «Tú vienes a pelear conmigo armado de jabalina, lanza y espada; yo, en cambio, te ataco en nombre de Yavé, el Dios de los Ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado. (1 Samuel 17, 45)

  • Cuando el filisteo se lanzó contra David, (1 Samuel 17, 48)

  • David, entonces, corrió y se puso de pie encima de su cuerpo, tomó su espada y lo remató cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver muerto a su campeón, huyeron. (1 Samuel 17, 50)

  • Así, pues, sin otra arma que su honda y una piedra, David derrotó al filisteo y le quitó la vida. (1 Samuel 17, 51)

  • David tomó la cabeza del filisteo y la hizo llevar a Jerusalén; pero las armas las colocó en su propia carpa. (1 Samuel 17, 54)

  • Saúl, al ver a David salir al encuentro del filisteo, preguntó a Abner, jefe del ejército: «Abner, ¿de quién es hijo ese joven?» Y Abner respondió: (1 Samuel 17, 55)

  • Cuando David volvió, después de haber muerto al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo en la mano. (1 Samuel 17, 57)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina