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Sara murió en Quiriat Arbá, o sea Hebrón, en tierra de Canaán. Abrahán vino a llorar a Sara y a hacer duelo por ella. (Génesis 23, 2)
Desde entonces Esaú aborreció a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y se dijo: "Están próximos los días en que se hará el duelo por mi padre; entonces mataré a mi hermano Jacob". (Génesis 27, 41)
Fueron pasando los días, y la hija de Súa, la mujer de Judá, murió. Cuando terminó el duelo por ella, Judá subió con su amigo Jirá, el adulamita, al esquileo de su ganado a Timná. (Génesis 38, 12)
El pueblo oyó estas duras palabras e hizo duelo; nadie se vistió de gala. (Exodo 33, 4)
Moisés contó todo esto a los israelitas, y el pueblo hizo grandes manifestaciones de duelo. (Números 14, 39)
Los hijos de Jeconías no se alegraron con las gentes de Bet Semes cuando vieron el arca del Señor, y el Señor hirió a setenta hombres de entre ellos. El pueblo hizo gran duelo porque el Señor los había castigado tan duramente. (I Samuel 6, 19)
El profeta tomó el cadáver del hombre de Dios, lo cargó sobre el asno y se lo llevó con él a su ciudad para hacer duelo y sepultarlo. (I Reyes 13, 29)
Al oír estas palabras, yo me senté y me puse a llorar. Permanecí en duelo algunos días, ayunando y orando ante el rey del cielo. (Nehemías 1, 4)
Se despojó de sus vestiduras reales y se puso vestidos de llanto y de duelo; en vez de olorosos perfumes, cubrió su cabeza de polvo y ceniza, mortificó duramente su cuerpo con ayunos y ocultó la espléndida belleza de su cuerpo con sus cabellos en desorden. (Ester 14, 2)
El día tercero, terminada su oración, se quitó sus vestiduras de duelo y se vistió de reina. (Ester 15, 4)
¡Mi arpa ha acompañado a los cantos de duelo, mi flauta a la voz de plañidores! (Job 30, 31)
Tan grande como su gloria fue su ignominia, y su grandeza se cambió en duelo. (I Macabeos 1, 40)