Fondare 1951 Risultati per: nombres de los hijos de Noé

  • Y ahora, hijos míos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su Venida. (I Juan 2, 28)

  • Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. (I Juan 3, 1)

  • Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es. (I Juan 3, 2)

  • Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. (I Juan 3, 7)

  • En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano. (I Juan 3, 10)

  • Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad. (I Juan 3, 18)

  • Vosotros, hijos míos, sois de Dios y los habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. (I Juan 4, 4)

  • En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. (I Juan 5, 2)

  • Hijos míos, guardaos de los ídolos... (I Juan 5, 21)

  • El Presbítero a la Señora elegida y a sus hijos, a quienes amo según la verdad - no sólo yo, sino también cuantos conocen la Verdad - (II Juan 1, 1)

  • Me alegré mucho al encontrar entre tus hijos quienes viven según la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. (II Juan 1, 4)

  • Te saludan los hijos de tu hermana Elegida. (II Juan 1, 13)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina