Fondare 502 Risultati per: cielo abierto
El pueblo se compadeció de Benjamín, pues Yahveh había abierto una brecha entre las tribus de Israel. (Jueces 21, 15)
Yahveh, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo. Yahveh juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido.» (I Samuel 2, 10)
Se pusieron los filisteos en orden de batalla contra Israel; se libró un gran combate y fue batido Israel por los filisteos, muriendo en las filas, en campo abierto, cerca de 4.000 hombres. (I Samuel 4, 2)
Los que no murieron fueron atacados de tumores y los alaridos de angustia de la ciudad subieron hasta el cielo. (I Samuel 5, 12)
y dijo el filisteo a David: «Ven hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.» (I Samuel 17, 44)
Hoy mismo te entrega Yahveh en mis manos, te mataré y te cortaré la cabeza y entragaré hoy mismo tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios para Israel. (I Samuel 17, 46)
Llegó David a Baal Perasim. Allí los derrotó David y dijo: «Yahveh me ha abierto brecha entre mis enemigos como brecha de aguas.» Por eso se llamó aquel lugar Baal Perasim. (II Samuel 5, 20)
Absalón se topó con los veteranos de David. Iba Absalón montado en un mulo y el mulo se metió bajo el ramaje de una gran encina. La cabeza de Absalón se trabó y quedó en la encina colgado entre el cielo y la tierra, mientras que el mulo que estaba debajo de él siguió adelante. (II Samuel 18, 9)
Rispá, hija de Ayyá, tomó un sayal y se lo tendía sobre la roca desde el comienzo de la siega hasta que cayeron sobre ellos las lluvias del cielo; no dejaba que se pararan junto a ellos las aves del cielo por el día ni las bestias del campo por la noche. (II Samuel 21, 10)
Me sacó a espacio abierto, Me savló porque me amaba. (II Samuel 22, 20)
Salomón se puso ante el altar de Yahveh en presencia de toda la asamblea de Israel; extendió sus manos al cielo (I Reyes 8, 22)
«Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo, escucha y perdona. (I Reyes 8, 30)