Fondare 622 Risultati per: nada me faltará
No añadirás nada a lo que yo te mando, y no le quitarás nada, sino que guardarás los mandamientos de Yavé, tu Dios, tal como yo se lo ordeno. (Deuteronomio 4, 2)
Pues si lo irritan, desaparecerán de la tierra que va a ser de ustedes, al pasar el Jordán; el cielo y la tierra son testigos de mis advertencias: ustedes serán reducidos a nada. (Deuteronomio 4, 26)
Estas son las palabras que dijo Yavé a toda la asamblea que estaba en el monte, desde en medio del fuego y la espesa nube. Dichas palabras resonaron con estruendo y no se les añadió nada. Y luego Yavé las escribió en dos tablas de piedra que me entregó. (Deuteronomio 5, 22)
Ustedes quemarán las imágenes de sus dioses y no codiciarán el oro ni la plata que los recubre. No lo tomes para ti, no sea que te quedes atrapado: debes saber que Yavé lo odia. Nada de esto entrará en tu casa, no sea que te vuelvas maldición, como ello es maldición. (Deuteronomio 7, 25)
tierra donde el pan que comas no será racionado y donde nada te faltará; tierra donde las piedras tienen hierro y de cuyas montañas extraerás el cobre. (Deuteronomio 8, 9)
Yavé no les pide nada semejante. (Deuteronomio 12, 4)
Tú observarás todo lo que yo te prescribo, sin quitar ni añadir nada. (Deuteronomio 13, 1)
«Allí se han manifestado unos desgraciados, y han pervertido a sus conciudadanos, invitándolos a servir a dioses extranjeros que no son nada para ustedes», (Deuteronomio 13, 14)
No comerán nada que sea impuro. Estos son los animales que podrán comer: (Deuteronomio 14, 3)
No te dejes llevar por consideraciones indignas como de ser ésta: «Ya pronto llega el año séptimo, el año de la remisión», y mires entonces con malos ojos a tu hermano pobre y no le prestes nada. No sea que llame contra ti a Yavé y cargues tú con un pecado. (Deuteronomio 15, 9)
Por siete días no se verá la levadura en todo tu territorio; y de la carne que hayas sacrificado la tarde del primer día no quedará nada para el día siguiente. (Deuteronomio 16, 4)
y pronunciarán estas palabras: «Nuestras manos no han derramado esa sangre y nuestros ojos no han visto nada. (Deuteronomio 21, 7)