Talált 357 Eredmények: ejército filisteo

  • Se detuvo y gritó a las filas de Israel: "¿Por qué habéis salido para poneros en orden de batalla? ¿No soy yo filisteo y vosotros servidores de Saúl? Escoged vosotros un hombre para que venga a luchar conmigo. (I Samuel 17, 8)

  • Cuando Saúl y todo Israel oyeron estas palabras del filisteo, quedaron consternados y se llenaron de miedo. (I Samuel 17, 11)

  • El filisteo se acercaba por la mañana y por la tarde, y así durante cuarenta días. (I Samuel 17, 16)

  • David se levantó de madrugada, dejó las ovejas al cuidado de un pastor, tomó su carga y partió, como se lo había mandado Jesé. Llegó al campamento cuando el ejército salía para tomar posiciones, lanzando gritos de guerra. (I Samuel 17, 20)

  • Los israelitas y los filisteos se dispusieron en orden de batalla, ejército contra ejército. (I Samuel 17, 21)

  • David preguntó a los que estaban a su lado: "¿Qué se hará con el que mate a este filisteo y quite esta ofensa de Israel? ¿Quién es este filisteo incircunciso que desafía al ejército del Dios vivo?". (I Samuel 17, 26)

  • David dijo a Saúl: "No se desanime mi señor. Tu siervo irá a luchar contra este filisteo". (I Samuel 17, 32)

  • Saúl le respondió: "No puedes ir contra este filisteo y luchar con él, porque tú eres joven y él es hombre de guerra desde su juventud". (I Samuel 17, 33)

  • Tu siervo ha matado al león y al oso. Ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo". (I Samuel 17, 36)

  • Y añadió: "El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará de las manos de ese filisteo". Saúl dijo a David: "¡Vete, y que el Señor esté contigo!". (I Samuel 17, 37)

  • David tomó su cayado, escogió en el torrente cinco piedras bien lisas y las metió en su zurrón de pastor; tomó la honda y avanzó hacia el filisteo. (I Samuel 17, 40)

  • El filisteo se acercó más y más a David, precedido de su escudero. (I Samuel 17, 41)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina