Talált 129 Eredmények: belleza interior

  • De ningún hombre te quedes mirando la belleza, y entre mujeres no te sientes. (Eclesiástico 42, 12)

  • Como pájaros que se posan esparce la nieve, que baja como langosta que salta al suelo. Admira el ojo la belleza de su blancura, y al verla caer se pasma el corazón. (Eclesiástico 43, 18)

  • Cuando haya lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y las manchas de sangre de Jerusalén haya limpiado del interior de ella con viento justiciero y viento abrasador, (Isaías 4, 4)

  • Por eso mis entrañas por Moab como el arpa resuenan, y mi interior por Quir Jeres. (Isaías 16, 11)

  • Oráculo contra Egipto. Allá va Yahveh cabalgando sobre nube ligera y entra en Egipto, se tambalean los ídolos de Egipto ante él y el corazón de Egipto se derrite en su interior. (Isaías 19, 1)

  • Se trastornará el espíritu de Egipto en su interior, y sus planes anularé. Consultarán a los ídolos, a los brujos, a los nigromantes y los adivinos. (Isaías 19, 3)

  • Tus ojos contemplarán un rey en su belleza, verán una tierra dilatada. (Isaías 33, 17)

  • El escultor tallista toma la medida, hace un diseño con el lápiz, trabaja con la gubia, diseña a compás de puntos y le da figura varonil y belleza humana, para que habite en un templo. (Isaías 44, 13)

  • Porque así dice Yahveh Sebaot: «Talad sus árboles y alzad contra Jerusalén un terraplén.» Es la ciudad de visita. Todo el mundo se atropella en su interior. (Jeremías 6, 6)

  • Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. (Jeremías 31, 33)

  • Huid del interior de Babilonia, (y salvad cada cual vuestra vida), no perezcáis por su culpa, pues es hora de venganza para Yahveh: le está pagando su merecido. (Jeremías 51, 6)

  • cuando veáis la turba delante y detrás de ellos adorándoles. Decid entonces en vuestro interior: «A ti solo se debe adoración, Señor.» (Baruc 6, 5)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina