Talált 28 Eredmények: defensa

  • De pronto llegaron unos pastores y las echaron. Moisés, poniéndose de pie, salió en defensa de ellas y dio de beber a sus ovejas. (Exodo 2, 17)

  • y andarás a tientas en pleno día, como anda a tientas un ciego, envuelto en la oscuridad. Nunca verás realizados tus proyectos; serás oprimido y despojado constantemente y nadie saldrá en tu defensa. (Deuteronomio 28, 29)

  • Tu buey será degollado delante de tus ojos y no lo podrás comer. Tu asno será arrebatado de tu misma presencia y no te lo devolverán. Tus ovejas serán entregadas a tus enemigos y nadie saldrá en tu defensa. (Deuteronomio 28, 31)

  • Entonces bajó el resto de los nobles, el pueblo del Señor bajó en mi defensa con los héroes. (Jueces 5, 13)

  • Escuchen, entonces, mi defensa; presten atención a mi querella. (Job 13, 6)

  • Sopórtame un poco, y yo te instruiré: aún queda algo por decir en defensa de Dios. (Job 36, 2)

  • con gloria y majestad, avanza triunfalmente; cabalga en defensa de la verdad y de los pobres. Tu mano hace justicia y tu derecha, proezas; (Salmos 45, 5)

  • porque hiciste del Señor tu refugio y pusiste como defensa al Altísimo. (Salmos 91, 9)

  • pero dijeron: "Si todos nos comportamos como nuestros hermanos y no peleamos contra esta gente en defensa de nuestras vidas y de nuestras costumbres, muy pronto nos exterminarán de la tierra". (I Macabeos 2, 40)

  • Cada elefante llevaba encima, sujeta con cinchas, una sólida torre de madera que servía de defensa, y en cada una de ellas iban tres guerreros que combatían desde allí, además del conductor. (I Macabeos 6, 37)

  • El rey ocupó Betsur y dejó allí una guarnición para su defensa. (I Macabeos 6, 50)

  • Renuncio asimismo a toda autoridad sobre la Ciudadela de Jerusalén y se la cedo al Sumo Sacerdote, a fin de que establezca en ella a todos los hombres que él mismo elija para su defensa. (I Macabeos 10, 32)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina