Talált 12 Eredmények: catástrofe
Cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe, mientras arrasaba las ciudades donde Lot había vivido. (Génesis 19, 29)
y dirán: «Azufre, salitre, tierra quemada, eso es su tierra entera; no volverá a ser sembrada, ni germinará más, ninguna hierba volverá a crecer en ella, como en la catástrofe de Sodoma y Gomorra, Adma y Seboyim, que Yavé asoló en su cólera y en su furor.» (Deuteronomio 29, 22)
No temerás una catástrofe repentina o el ataque imprevisto de los malhechores. (Proverbios 3, 25)
Icen banderas como señales hacia el lado de Sión ¡Huyan, no se paren!» Pues yo traigo del norte la desgracia y una catástrofe inmensa. (Jeremías 4, 6)
Salgan de Jerusalén, a refugiarse, hijos de Benjamín. Que resuene la trompeta en Tecoa; coloquen una señal en Betqueren, pues por el Norte se asoma una desgracia como una inmensa catástrofe. (Jeremías 6, 1)
Por eso, así habla Yavé: Les voy a mandar una catástrofe de la cual nadie podrá escapar. Y aunque me pidan auxilio, no los ayudaré. (Jeremías 11, 11)
Y añade Yavé: La catástrofe se extiende de nación en nación, y una tempestad inmensa estalla desde los confines de la tierra. (Jeremías 25, 32)
¡Ay! ¡Porque es grande este día y como él no habrá otro igual! Es una época de catástrofe para Jacob, de la que, sin embargo, se salvará. (Jeremías 30, 7)
En efecto, el comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías y le dijo: «Yavé, tu Dios, había predicho esta catástrofe para este país y lo ha cumplido. Yavé ha actuado de acuerdo a sus amenazas. (Jeremías 40, 2)
Y todos los que han decidido irse a Egipto para residir allí, morirán a espada, de hambre y de peste; y nadie escapará con vida de esa catástrofe que les voy a mandar. (Jeremías 42, 17)
Será semejante a Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas después de la catástrofe: nadie volverá a vivir allí, ni nunca más un ser humano se radicará en este lugar. (Jeremías 49, 18)
Cuando todos se sientan en paz y seguridad, les caerá de repente la catástrofe encima, lo mismo que llegan los dolores de parto a la mujer embarazada, y nadie podrá escapar. (1º Carta a los Tesalonicenses 5, 3)