Talált 73 Eredmények: Devolución de la propiedad
Cada uno sacará por sorteo la propiedad que le corresponda y también la de los extranjeros que viven entre ustedes junto con sus hijos nacidos en el país. Los tratarán como a los israelitas del país, e igual que ustedes recibirán una propiedad en medio de las tribus de Israel. (Ezequiel 47, 22)
El extranjero tendrá su propiedad en la tribu donde viva, palabra de Yavé. (Ezequiel 47, 23)
El príncipe recibirá lo que queda al este y al oeste, tanto de la parte consagrada como de la propiedad de la ciudad, en esa franja de veinticinco mil codos de largo que va desde la frontera este a la frontera oeste; la porción del príncipe será paralela a los demás lotes, y en el medio estará el dominio sagrado con el santuario de la Casa. (Ezequiel 48, 21)
Si les gustan unos campos, se los roban; si unas casas, se las toman. Se apoderan de la casa y de su dueño, de un hombre y de su propiedad. (Miqueas 2, 2)
Yavé tendrá en propiedad a Judá en la tierra santa y será Jerusalén nuevamente su elegida. (Zacarías 2, 16)
Y en Jerusalén y Judá cualquier utensilio de cocina será propiedad santa de Yavé de los ejércitos; de tal modo que podrán usarlos para cocer la carne de los animales sacrificados. Desde ese día no habrá más mercaderes en la Casa de Yavé. (Zacarías 14, 21)
Yo espantaré a la langosta para que no devore sus campos ni se seque la viña de su propiedad, dice Yavé de los ejércitos. (Malaquías 3, 11)
Pero los viñadores se dijeron entre sí: «Este es el heredero, la viña será para él; matémosle y así nos quedaremos con la propiedad.» (Evangelio según San Marcos 12, 7)
Pero los trabajadores, apenas lo vieron, se dijeron unos a otros: Este es el heredero, matémoslo y nos quedaremos con la propiedad. (Evangelio según San Lucas 20, 14)
Éste vendió un campo de su propiedad, trajo el dinero de la venta y lo puso a los pies de los apóstoles. (Hecho de los Apóstoles 4, 37)
Otro hombre llamado Ananías, de acuerdo con su esposa Safira, vendió también una propiedad, (Hecho de los Apóstoles 5, 1)
Podías guardar tu propiedad y, si la vendías, podías también quedarte con todo. ¿Por qué has hecho eso? No has mentido a los hombres, sino a Dios.» (Hecho de los Apóstoles 5, 4)