Talált 139 Eredmények: árbol del conocimiento
Hasta los bosques y todo árbol oloroso les darán sombra por orden de Dios. (Baruc 5, 8)
Sabrán que soy Yavé cuando los muertos se amontonen al lado de los ídolos, cerca de sus altares, en todas las colinas elevadas, bajo cualquier árbol verde y bajo cualquier frondosa encina, doquiera hayan ofrecido a sus porquerías el buen olor del incienso. (Ezequiel 6, 13)
Todos los árboles del campo sabrán entonces que yo soy Yavé: yo rebajo al árbol que se eleva y levanto al árbol humillado; seco al árbol verde y hago florecer al árbol seco; yo Yavé lo dije y lo haré. (Ezequiel 17, 24)
Los hice entrar en el país que les había prometido con juramento, pero inmediatamente, en cualquier alta colina, bajo cualquier árbol verde, se pusieron a ofrecer sacrificios, a depositar perfumes de incienso y a hacer libaciones. (Ezequiel 20, 28)
Que no se vea más en adelante a un árbol bien regado que se enorgullezca de su grandeza, o que quiera alcanzar con sus ramas hasta las nubes. Ningún árbol cuyas raíces alcanzan las aguas profundas pondrá su confianza en sí mismo, porque todos están condenados a muerte, todos irán a parar a la morada de los muertos igual que los humanos que descienden a la tumba. (Ezequiel 31, 14)
El árbol de los campos dará su fruto y la tierra, su cosecha; mi pueblo vivirá seguro en su tierra, porque habré roto su yugo y los habré librado de manos de los opresores. Entonces sabrán que yo soy Yavé. (Ezequiel 34, 27)
En mi cama soñaba así: había un árbol en el centro de la tierra, de altura muy grande (Daniel 4, 7)
El árbol creció, se hizo corpulento, llegó hasta el cielo, y desde los confines de la tierra podían verse sus ramas (Daniel 4, 8)
Con voz fuerte gritaba: Derriben el árbol, corten sus ramas, arranquen sus hojas y tiren sus frutos; que se vayan las bestias de debajo de él y las aves también. (Daniel 4, 11)
El árbol que viste, que se hizo grande y corpulento, cuya altura llegaba hasta el cielo y que era visible en toda la tierra, (Daniel 4, 17)
este árbol eres tú, oh rey, cuyo poder ha crecido llegando hasta el cielo y cuyo imperio se extiende hasta los confines de la tierra (Daniel 4, 19)
En cuanto a lo que ha visto el rey, un ángel, un santo que bajaba del cielo y decía: «Corten el árbol, destruyéndolo, pero el tronco y las raíces déjenlos en tierra, con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba del campo, que lo moje el rocío del cielo y participe de la suerte de los animales del campo hasta que hayan pasado por él siete tiempos, mira que voy a explicártelo (Daniel 4, 20)