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  • Y el Señor tronó desde los cielos e hizo oír su voz en medio de gran ruido. (Eclesiástico 46, 17)

  • El Señor perdonó sus pecados, exaltó para siempre su poder, le otorgó un pacto real y le dio un trono de gloria en Israel. (Eclesiástico 47, 11)

  • Le sucedió en el trono un hijo lleno de sabiduría que, gracias a él, vivió en prosperidad: (Eclesiástico 47, 12)

  • El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en su trono elevado y excelso: la orla de su vestido llenaba el templo. (Isaías 6, 1)

  • para ensanchar el imperio, para una paz sin fin en el trono de David y en su reino; para asentarlo y afirmarlo en el derecho y la justicia desde ahora para siempre. El celo del Señor omnipotente hará todo esto. (Isaías 9, 6)

  • Te decías en tu corazón: El cielo escalaré, encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono; en el monte de la asamblea me sentaré, en lo último del norte. (Isaías 14, 13)

  • Entonces el trono se afincará en la bondad; en él se sentará con fidelidad bajo la tienda de David un juez amante del derecho y celador de la justicia. (Isaías 16, 5)

  • Esto me ha dicho el Señor: Me quedaré quieto y miraré desde mi trono, como el calor ardiente cuando el sol brilla, como nube de rocío en el calor de la siega. (Isaías 18, 4)

  • Lo clavaré como estaca en lugar firme, y se hará un trono de gloria para la casa de su padre. (Isaías 22, 23)

  • Y un día, mientras estaba adorando en el templo de Misroc, su dios, sus hijos Adramélec y Saréser le mataron con la espada. Huyeron éstos después al país de Ararat, y Asaradón, hijo suyo, le sucedió en el trono. (Isaías 37, 38)

  • Esto dice el Señor: El cielo es mi trono y la tierra el escabel de mis pies. ¿Qué casa podríais construirme, y qué lugar para reposo mío? (Isaías 66, 1)

  • Entonces se llamará a Jerusalén "el trono del Señor"; a ella acudirán, en el nombre del Señor, todas las naciones y no seguirán más la obstinación de su propio corazón perverso. (Jeremías 3, 17)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina