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  • - «¡Declaradle la guerra santa! ¡En pie y subamos contra ella a mediodía!... ¡Ay de nosotros, que el día va cayendo, y se alargan las sombras de la tarde!... (Jeremías 6, 4)

  • Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como la mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo hombre para la guerra contra ti, hija de Sión. (Jeremías 6, 23)

  • Por tanto, entrega a sus hijos al hambre y desángralos a filo de espada; queden sus mujeres sin hijos y viudas, sean sus varones asesinados, sus mancebos acuchillados en la guerra. (Jeremías 18, 21)

  • Tú, pues, les profetizas todas estas palabras y les dices: Yahveh desde lo alto ruge, y desde su santa Morada da su voz. Ruge contra su aprisco: grita como los lagareros. A todos los habitantes de la tierra (Jeremías 25, 30)

  • Profetas hubo antes de mí y de ti desde siempre, que profetizaron a muchos países y a grandes reinos la guerra, el mal y la peste. (Jeremías 28, 8)

  • Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las fuerzas que le acompañaban recogieron de Mispá a todo el resto de la gente que Ismael, hijo de Netanías, había hecho prisionera después que hubo matado a Godolías, hijo de Ajicam - hombres, gente de guerra, mujeres, niños y eunucos -, a los cuales hizo volver de Gabaón. (Jeremías 41, 16)

  • diciendo: "No, sino que al país de Egipto iremos, donde no veamos guerra, ni oigamos toque de cuerno, ni tengamos hambre de pan, y allí nos quedaremos"; (Jeremías 42, 14)

  • ¿Cómo decís: «Valientes somos, y hombres fuertes para la guerra»? (Jeremías 48, 14)

  • Una nueva he oído de parte de Yahveh, un mensajero entre las naciones enviado: «Juntaos y venid contra él y poneos en pie de guerra.» (Jeremías 49, 14)

  • Ruido de guerra en el país y quebranto grande. (Jeremías 50, 22)

  • Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como la mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo hombre para la guerra contra ti, hija de Babel. (Jeremías 50, 42)

  • Un martillo eras tú para mí, un arma de guerra: contigo machaqué naciones, contigo destruí reinos, (Jeremías 51, 20)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.”(Pe Pio) São Padre Pio de Pietrelcina