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Tobit, entonces, respondió a su hijo Tobías: «El me dio un recibo y yo a él otro; lo partí en dos, tomé una parte y dejé la otra con el dinero. ¡Ya va para veinte años que deposité esta suma! Ahora, hijo, busca un hombre de confianza que vaya contigo, y le tomaremos a sueldo hasta tu vuelta, y vete a recuperar esta plata.» (Tobías 5, 3)
¡Que no sea el dinero lo primero de todo! Que no se convierta en el precio de nuestro hijo! (Tobías 5, 19)
Dirígete a Gabael, dale el recibo y hazte cargo del dinero; invítale también a que se venga contigo a la boda. (Tobías 9, 3)
ya ves que Ragüel me ha conjurado, y que no puedo desatender su deseo.» Rafael se puso en camino para Ragués de Media con los cuatro criados y los dos camellos y fueron a pernoctar en casa de Gabael. Le presentó el recibo y le dio la noticia de que Tobías, hijo de Tobit, se había casado y le invitaba a la boda. Gabael se levantó, le entregó todos los sacos de dinero, con los sellos intactos, y los cargaron sobre los camellos. (Tobías 9, 5)
pensó: «¿Habrá algo que le retenga allí? ¡Acaso haya muerto Gabael y no haya nadie que le entregue el dinero!» (Tobías 10, 2)
Porque me había azotado, pero me tiene piedad y ahora veo a mi hijo Tobías. Tobías entró en casa lleno de gozo y bendiciendo a Dios con toda su voz; luego contó a su padre el éxito de su viaje, cómo traía el dinero y cómo se había casado con Sarra, la hija de Ragüel, y que venía ella con él y estaba ya a las puertas de Nínive. (Tobías 11, 15)
Me ha guiado incólume, ha cuidado de mi mujer, me ha traído el dinero y te ha curado a ti. ¿Qué salario voy a darle?» (Tobías 12, 3)
Mardoqueo le informó de todo cuanto había pasado y de la suma de dinero que Amán había prometido entregar al tesoro real por el exterminio de los judíos. (Ester 4, 7)
no presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño de inocente. Quien obra así jamás vacilará. (Salmos 15, 5)
Entonces advirtió que se le había acabado el dinero del tesoro y que los tributos de la región eran escasos, debido a las revueltas y calamidades que él había provocado en el país al suprimir las leyes en vigor desde los primeros tiempos. (I Macabeos 3, 29)
Hallándose, pues, en tan grave aprieto, resolvió ir a Persia a recoger los tributos de aquellas provincias y reunir mucho dinero. (I Macabeos 3, 31)
No darán a los enemigos ni les suministrarán trigo, armas, dinero ni naves. Así lo ha decidido Roma. Guardarán sus compromisos sin recibir compensación alguna. (I Macabeos 8, 26)