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Que el Señor te pague lo que has hecho; que te recompense con creces el Señor, el Dios de Israel, al que has acudido para refugiarte bajo sus alas". (Rut 2, 12)
montó en el Querubín y emprendió vuelo, planeando sobre las alas del viento. (II Samuel 22, 11)
Las alas del primer querubín medían dos metros y medio cada una, de manera que había cinco metros desde el extremo de una de sus alas hasta el extremo de la otra. (I Reyes 6, 24)
Salomón puso los querubines en medio del recinto interior. Estos tenían las alas desplegadas: un ala del primer querubín tocaba el muro y un ala del segundo tocaba el muro opuesto; y las alas extendidas hacia el centro de la Casa se tocaban una con otra. (I Reyes 6, 27)
Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa -el Santo de los santos- bajo las alas de los querubines. (I Reyes 8, 6)
Porque los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado al Arca, y resguardaban por encima el Arca y sus andas. (I Reyes 8, 7)
Isaías respondió: "Esta es la señal que te da el Señor para confirmar la palabra que ha pronunciado: ¿La sombra debe avanzar diez grados o retroceder diez grados?". (II Reyes 20, 9)
Ezequías respondió: "Es fácil para la sombra adelantar diez grados, pero no que los retroceda". (II Reyes 20, 10)
El profeta invocó al Señor, y él hizo que la sombra retrocediera los diez grados que había descendido, en el reloj de sol de Ajaz. (II Reyes 20, 11)
y el peso del oro refinado para el altar del incienso; finalmente, entregó el modelo de la carroza y de los querubines que cubren con sus alas extendidas el Arca de la Alianza del Señor. (I Crónicas 28, 18)
Nosotros somos extranjeros y peregrinos delante de ti, como lo fueron nuestros padres: nuestros días sobre la tierra pasan como una sombra, sin esperanza. (I Crónicas 29, 15)
Las alas de los querubines medían diez metros de largo: un ala del primer querubín, de dos metros y medio, tocaba el muro de la Casa; la otra ala, de dos metros y medio, tocaba el ala del otro querubín. (II Crónicas 3, 11)