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  • ¡Para divertirse se celebra un banquete, el vino alegra la vida y el dinero responde por todo! (Eclesiastés 10, 19)

  • El recuerdo de Josías es una mezcla de aromaspreparada por el arte de un perfumista; es dulce como la miel al paladar, como música en medio de un banquete. (Eclesiástico 49, 1)

  • El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados. (Isaías 25, 6)

  • Más aún, así habla el Señor: No entres en una casa donde hay un banquete fúnebre; no vayas a lamentarte ni te conduelas con ellos. Porque yo he retirado de este pueblo mi paz, la fidelidad y la compasión -oráculo del Señor-. (Jeremías 16, 5)

  • gritan y vociferan delante de sus dioses, como lo hacen algunos en un banquete fúnebre. (Baruc 6, 31)

  • El rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus dignatarios, y bebió vino en la presencia de esos mil. (Daniel 5, 1)

  • La reina, enterada de las palabras del rey y de sus dignatarios, entró en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: "¡Viva el rey eternamente! Que tus pensamientos no te llenen de espanto y no cambies de color. (Daniel 5, 10)

  • De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: "Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas". (Mateo 22, 4)

  • Luego dijo a sus servidores: "El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. (Mateo 22, 8)

  • Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. (Marcos 6, 21)

  • Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. (Lucas 5, 29)

  • Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. (Lucas 13, 29)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina