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  • No harán ningún trabajo de trabajador y ofrecerán a Yavé un sacrificio por el fuego.» (Levítico 23, 25)

  • No harán ningún trabajo porque ése es el día del Perdón, en que se hace la expiación por ustedes delante de Yavé. (Levítico 23, 28)

  • Al que haga algún trabajo, yo lo exterminaré de en medio de su pueblo. (Levítico 23, 30)

  • No harán, pues, trabajo alguno, es un decreto perpetuo, de generación en generación, dondequiera que habiten. (Levítico 23, 31)

  • El día primero habrá reunión sagrada y no harán ningún trabajo de trabajador. (Levítico 23, 35)

  • Durante siete días ustedes ofrecerán cada día a Yavé sacrificios por el fuego. El día octavo tendrán reunión sagrada y ofrecerán a Yavé sacrificios por el fuego. Ustedes tendrán una asamblea solemn y no harán ningún trabajo. (Levítico 23, 36)

  • Si tu prójimo se hace tu deudor y se vende a ti, no le impondrás trabajo de esclavo; (Levítico 25, 39)

  • Contará con su comprador los años desde que se vendió hasta el año del jubileo, y el precio se calculará en proporción de los años, valorando sus días de trabajo como los de un jornalero. (Levítico 25, 50)

  • los cortinajes del atrio y la cortina de la entrada de la puerta anterior al atrio que rodea la Morada y el altar. También las cuerdas y todos los utensilios que usan en su servicio. Todo lo que se necesita para su trabajo. (Números 4, 26)

  • dos carretas y cuatro bueyes a los hijos de Guersón, para su trabajo; (Números 7, 7)

  • cuatro carretas y ocho bueyes a los hijos de Merarí, para el trabajo que cumplían a las órdenes de Itamar, hijo del sacerdote Aarón. (Números 7, 8)

  • El día primero habrá reunión sagrada, y no harán ningún trabajo de trabajador. (Números 28, 18)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina