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y le dijo: "¡Que mi señor no me tenga en cuenta la falta y que no recuerde el delito que cometió tu siervo el día en que mi señor, el rey, salía de Jerusalén! Que el rey no lo tome a pecho. (II Samuel 19, 20)
Cuando llegó de Jerusalén ante el rey, éste le preguntó: "¿Por qué no viniste conmigo, Meribaal?". (II Samuel 19, 26)
El rey dijo a Barzilay: "Ven conmigo, y yo te proveeré en las necesidades de tu vejez junto a mí, en Jerusalén". (II Samuel 19, 34)
Pero Barzilay dijo al rey: "¿Cuántos años me quedan de vida para ir con el rey a Jerusalén? (II Samuel 19, 35)
Los hombres de Israel, abandonando a David, se fueron con Bicrí; pero los de Judá siguieron a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén. (II Samuel 20, 2)
David entró en su palacio, en Jerusalén. Y el rey tomó a las diez concubinas que había dejado para guardar el palacio y las puso bajo su guardia. Él proveyó a su sustento, pero no volvió a tener relaciones con ellas, y estuvieron encerradas, como viudas, hasta el día de su muerte. (II Samuel 20, 3)
Con Abisay salieron a campaña Joab, los quereteos, los peleteos y todos los valientes; salieron de Jerusalén para perseguir a Sebá, hijo de Bicrí. (II Samuel 20, 7)
La mujer, con su sabiduría, convenció a toda la ciudad, cortaron la cabeza a Sebá, hijo de Bicrí, y se la tiraron a Joab. Éste hizo sonar la trompeta y se alejaron de la ciudad, cada cual a su casa. Joab volvió a Jerusalén junto al rey. (II Samuel 20, 22)
Hubo otra batalla en Gob contra los filisteos, en la que Sibecay, el jusatita, mató a Saf, un descendiente de los gigantes. (II Samuel 21, 18)
Hubo otra batalla en Gob contra los filisteos, y Eljanán, hijo de Yaír, de Belén, mató a Goliat, de Gat; el asta de su lanza era como un enjullo de tejedor. (II Samuel 21, 19)
Se dio otra batalla en Gat, donde había un gigante que tenía veinticuatro dedos, seis en cada extremidad. También éste era descendiente de los gigantes. (II Samuel 21, 20)
Me ceñiste de fortaleza en la batalla, aplastaste bajo mis pies a mis agresores. (II Samuel 22, 40)