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Tomaron frutos de la tierra, nos los trajeron y nos hicieron este informe: Es una buena tierra la que nos da el Señor, nuestro Dios. (Deuteronomio 1, 25)
Te amará, te bendecirá, te multiplicará: bendecirá el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo, tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las de tus ovejas, en favor tuyo. (Deuteronomio 7, 13)
pues la ira del Señor se encendería contra vosotros, cerraría los cielos y no habría más lluvia; la tierra no daría sus frutos y vosotros pereceríais bien pronto en esa buena tierra que el Señor os da. (Deuteronomio 11, 17)
Celebrarás la fiesta de los tabernáculos durante siete días, una vez recogidos los frutos de tu era y de tu lagar. (Deuteronomio 16, 13)
¿Hay alguno que tenga plantada una viña y no la haya vendimiado todavía? Que se vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y sea otro quien recoja sus frutos. (Deuteronomio 20, 6)
Las mujeres, los niños, los ganados y lo que haya en la ciudad, lo tomarás contigo y disfrutarás del botín que el Señor, tu Dios, te haya dado. (Deuteronomio 20, 14)
Si para conquistar una ciudad te ves obligado a sitiarla por largo tiempo, no destruyas los árboles a golpe de hacha. Come sus frutos, pero no los tales. ¿Es que son hombres los árboles del campo para que los asedies? (Deuteronomio 20, 19)
Solamente podrás destruir y talar los árboles que no dan fruto y servirte de ellos en el asedio contra las ciudades que están en guerra contigo hasta que caigan en tu poder. (Deuteronomio 20, 20)
tomarás las primicias de todos los frutos del suelo que hayas hecho germinar en la tierra que el Señor, tu Dios, te da, las pondrás en una cesta e irás con ella al lugar elegido por el Señor, tu Dios, para hacer habitar en él su nombre. (Deuteronomio 26, 2)
Y ahora aquí traigo las primicias de los frutos de la tierra que el Señor me ha dado. Las dejarás delante del altar del Señor, tu Dios, y te postrarás en su presencia. (Deuteronomio 26, 10)
El año tercero, el año del diezmo, cuando hayas terminado de separar la décima parte de todos tus frutos y se los hayas dado al levita, al emigrante, a la viuda, al huérfano, para que puedan comer en tus ciudades todo lo que quieran, (Deuteronomio 26, 12)
Bendito será el fruto de tus entrañas, el producto de tu suelo y los partos de tus vacas y rebaños. (Deuteronomio 28, 4)