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El rey Antíoco acampó frente a Dora, en el suburbio, avanzando siempre con sus fuerzas, sirviéndose de las máquinas. Estrechó el cerco tanto, que nadie podía ni entrar ni salir. (I Macabeos 15, 25)
Antíoco, con el pretexto de casarse con la diosa, entró en el templo acompañado de sus amigos para apoderarse de las enormes riquezas a título de dote. (II Macabeos 1, 14)
las guerras contra Antíoco Epífanes y contra su hijo Eupátor, (II Macabeos 2, 20)
Seleuco murió, y le sucedió en el trono Antíoco, por sobrenombre Epífanes. Jasón, hermano de Onías, ambicionaba el sumo sacerdocio, (II Macabeos 4, 7)
Apolonio, hijo de Menesteo, enviado a Egipto para la entronización de Tolomeo Filométor, hizo saber a Antíoco que aquel rey no aprobaba su política y sus planes, y por esto se dispuso a tomar medidas para su propia seguridad. Con este fin marchó a Jafa, y después se detuvo en Jerusalén. (II Macabeos 4, 21)
Antíoco se entristeció profundamente y se movió a compasión, y lloró al recordar la sabiduría y la prudencia del difunto. (II Macabeos 4, 37)
Por entonces, Antíoco preparaba una segunda expedición a Egipto. (II Macabeos 5, 1)
Se difundió el falso rumor de la muerte de Antíoco, y Jasón, con unos mil hombres, asaltó de improviso la ciudad. Ésta se defendió guarneciendo las murallas; pero Jasón tomó la ciudad, y Menelao se refugió en la acrópolis. (II Macabeos 5, 5)
No se daba cuenta Antíoco, lleno de orgullo, de que, por los pecados de los habitantes de la ciudad, y por breve tiempo, el Señor se había airado, y que por esta misma razón había sido profanado el templo. (II Macabeos 5, 17)
Pues si la ciudad no hubiera estado envuelta en pecado, Antíoco habría sido bien flagelado y reprimido en su audacia, como lo fue Heliodoro, mandado por Seleuco a robar el tesoro. (II Macabeos 5, 18)
Antíoco robó sesenta y un mil kilos de plata del templo, y partió rápidamente para Antioquía, pensando en su orgullo y soñando en su vanagloria que podría navegar por tierra y andar a pie por el mar. (II Macabeos 5, 21)
No contento con esto, Antíoco envió al misarca Apolonio con un ejército de veintidós mil soldados, con orden de degollar a todos los de edad adulta y de vender las mujeres y los niños. (II Macabeos 5, 24)