Trouvé 507 Résultats pour: segunda muerte

  • Si le hiere con una piedra como para causar la muerte con ella, y muere, es homicida. El homicida debe morir. (Números 35, 17)

  • El mismo vengador de la sangre dará muerte al homicida: en cuanto le encuentre, lo matará. (Números 35, 19)

  • o si por enemistad le ha golpeado con las manos, y muere, el que le ha herido tiene que morir: es un homicida. El vengador de la sangre dará muerte al homicida en cuanto le encuentre. (Números 35, 21)

  • o le tiró, sin verle, una piedra capaz de matarle, y le causó la muerte, sin que fuera su enemigo ni buscara su daño, (Números 35, 23)

  • porque aquél debía permanecer en la ciudad de asilo hasta la muerte del Sumo Sacerdote. Cuando muera el Sumo Sacerdote, el homicida podrá volver a la tierra de su propiedad. (Números 35, 28)

  • En cualquier caso de homicidio, se matará al homicida según la declaración de los testigos; pero un solo testigo no bastará para condenar a muerte a un hombre. (Números 35, 30)

  • No aceptaréis rescate por la vida de un homicida reo de muerte, pues debe morir. (Números 35, 31)

  • Cuando la muerte había hecho desaparecer a todos los hombres de guerra en medio del pueblo, (Deuteronomio 2, 16)

  • sino que le harás morir; tu mano caerá la primera sobre él para darle muerte, y después la mano de todo el pueblo. (Deuteronomio 13, 10)

  • No se podrá ejecutar al reo de muerte más que por declaración de dos o tres testigos; no se le hará morir por declaración de un solo testigo. (Deuteronomio 17, 6)

  • La primera mano que se pondrá sobre él para darle muerte será la de los testigos, y luego la mano de todo el pueblo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti. (Deuteronomio 17, 7)

  • no sea que el vengador de sangre, cuando su corazón arde de ira, persiga al asesino, le dé alcance por ser largo el camino, y le hiera de muerte, siendo así que éste no es reo de muerte, puesto que no odiaba anteriormente al otro. (Deuteronomio 19, 6)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina