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Vosotros, pues, no oigáis a vuestros profetas, adivinos, soñadores, augures ni hechiceros que os hablan diciendo: "No serviréis al rey de Babilonia", (Jeremías 27, 9)
Pero la nación que someta su cerviz al yugo de Babilonia y le sirva, yo la dejaré tranquila en su suelo - oráculo de Yahveh - y lo labrará y morará en él.» (Jeremías 27, 11)
A Sedecías, rey de Judá, le hablé en estos mismos términos, diciendo: «Someted vuestras cervices al yugo del rey de Babilonia, servidle a él y a su pueblo, y quedaréis con vida. (Jeremías 27, 12)
(¿A qué morir tú y tu pueblo por la espada, el hambre y la peste, como ha amenazado Yahveh a aquella nación que no sirva al rey de Babilonia?) (Jeremías 27, 13)
¡No oigáis, pues, las palabras de los profetas que os dicen: "No serviréis al rey de Babilonia", porque cosa falsa os profetizan, (Jeremías 27, 14)
Y a los sacerdotes y a todo este pueblo les hablé diciendo: «Así dice Yahveh: No oigáis las palabras de vuestros profetas que os profetizan diciendo: "He aquí que el ajuar de la Casa de Yahveh va a ser devuelto de Babilonia en seguida", porque cosa falsa os profetizan. (Jeremías 27, 16)
(No les hagáis caso. Servid al rey de Babilonia y quedaréis con vida. ¿Para qué ha de quedar esta ciudad arrasada?) (Jeremías 27, 17)
Y si ellos son profetas y la palabra de Yahveh les acompaña, que conjuren, ea, a Yahveh Sebaot para que los objetos que quedaron en la Casa de Yahveh, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén no vayan a Babilonia. (Jeremías 27, 18)
de los cuales no se apoderó Nabucodonosor, rey de Babilonia, al deportar a Jeconías, hijo de Yoyaquim, rey de Judá, de Jerusalén a Babilonia (así como a todos los nobles de Judá y Jerusalén). (Jeremías 27, 20)
A Babilonia serán llevados (y allí estarán hasta el día que yo los visite) - oráculo de Yahveh - (y entonces los subiré y devolveré a este lugar).» (Jeremías 27, 22)
«Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He quebrado el yugo del rey de Babilonia. (Jeremías 28, 2)
Dentro de dos años completos yo hago devolver a este lugar todos los objetos de la Casa de Yahveh que el rey de Babilonia, Nabucodonosor, tomó de este lugar y llevó a Babilonia; (Jeremías 28, 3)