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Y añadió: «Sólo Yavé puede quitarle la vida, sea que llegue el día de su muerte natural, sea que muera en alguna batalla. (1 Samuel 26, 10)
Por la vida de Yavé, merecen la muerte todos ustedes, que no han cuidado a su señor, el ungido de Yavé. ¿Dónde está la lanza del rey y el jarro de agua que había junto a su cabecera?» (1 Samuel 26, 16)
Saúl respondió: «He pecado. Vuelve, hijo mío, David, que de hoy en adelante no te haré ningún mal, ya que has respetado mi vida. Me he portado como un tonto, y estaba totalmente equivocado.» (1 Samuel 26, 21)
Así como he respetado hoy tu vida, así hará también Yavé conmigo y me librará de toda angustia.» (1 Samuel 26, 24)
Devastaba la comarca y no dejaba con vida hombre ni mujer; se apoderaba de las ovejas, bueyes, burros, camellos y vestidos, y volvía donde Aquís. (1 Samuel 27, 9)
David no dejaba hombre ni mujer c vida, para no tener que llevarlos a Gat, pues decía: «No sea que hablen contra nosotros y nos denuncien a los filisteos.» De esta forma se comportó David todo el tiempo que habitó en el país de los filisteos. (1 Samuel 27, 11)
La mujer se acercó a Saúl, y viéndolo en este estado le dijo: «Te he obedecido, incluso exponiendo mi vida. (1 Samuel 28, 21)
Me acerqué, pues, a él y le quité la vida, puesto que yo sabía que no podría sobrevivir a su caída. Después le saqué la corona que llevaba en su cabeza y la pulsera que tenía en la muñeca, y te los traje a ti, mi señor.» (2 Samuel 1, 10)
Saúl y Jonatán, amables y queridos. Fueron inseparables en vida y en la muerte. Eran más ligeros que águilas, más fuertes que leones. (2 Samuel 1, 23)
David respondió a Recab y a su hermano Baamá, hijos de Rimón de Beerot: «Vive Yavé, que ha salvado mi vida de todo peligro. (2 Samuel 4, 9)
Venció también a los moabitas; les hacía ten der en tierra y los medía con un cordel: dos cor deles para los que estaban destinados a la muerte, y un cordel, a los que perdonaba la vida. Los moabitas quedaron sometidos a David y le pagaron contribuciones. (2 Samuel 8, 2)
Urías le respondió: «El Arca, Israel y Judá viven en tiendas de cam paña; mi general Joab y sus oficiales acampan al aire libre; ¿cómo puedo yo ir a mi casa para comer, beber y dormir con mi esposa? Por Yavé y por tu vida, que no haré tal cosa.» (2 Samuel 11, 11)