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  • Vale también para la persona que toca por inadvertencia cosas impuras, ya sea el cuerpo de una bestia impura, o de un animal impuro, o bien de algún reptil impuro, pero después se da cuenta y entonces se encuentra con un delito. (Levítico 5, 2)

  • Lo mismo para quien toca por inadvertencia cualquiera de las inmundicias humanas con que puede contaminarse, y después se da cuenta y entonces se encuentra con un delito. (Levítico 5, 3)

  • O bien la persona que por inadvertencia jura y pronuncia un juramento insensato de cualquier clase, pero después se da cuenta y así se encuentra con un delito. (Levítico 5, 4)

  • En todos estos casos el que cometió el delito confesará primero su pecado. (Levítico 5, 5)

  • Si alguno ha pecado, haciendo alguna cosa de las prohibidas por la ley de Dios, ha cometido un delito aunque no se dé cuenta, y carga con un pecado. (Levítico 5, 17)

  • Pues no hay duda de que era cometió un delito a los ojos de Yavé.» (Levítico 5, 19)

  • «Aquí viene el caso del que cometió un pecado de infidelidad a Yavé en la forma siguiente: Defraudó a su prójimo respeto a algún depósito que éste le había confiado, o le quitó una cosa por la fuerza, o lo explotó, (Levítico 5, 21)

  • El que pecó y que cometió un delito, tendrá que devolver lo que robó o quitó a la fuerza o lo que guardó del depósito o de la cosa perdida que encontró (Levítico 5, 23)

  • No le pondrán levadura, pues ésta es la parte que les doy en mis sacrificios por el fuego, y será cosa muy sagrada, lo mismo que la víctima por el pecado o por algún delito. (Levítico 6, 10)

  • Esta es la ley de la víctima ofrecida por un el delito: esta víctima es cosa muy santa. (Levítico 7, 1)

  • La víctima por el delito se sacrificará en el mismo lugar donde se sacrifica la víctima del holocausto y su sangre será derramada en el altar y en su derredor. (Levítico 7, 2)

  • los dos riñones junto con el sebo adherido a ellos y a los lomos, y la telilla del hígado que se separará de los riñones. (Levítico 7, 4)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina