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Si el animal es impuro y no se puede hacer ofrenda de él a Yavé, se presentará el animal al sacerdote. (Levítico 27, 11)
Si se trata de un animal impuro, lo rescatarán según el precio que tú fijes y añadirán la quinta parte del precio: si no es rescatado será vendido según el precio. (Levítico 27, 27)
En cambio, lo que uno consagre a Yavé por anatema, cualquier cosa que le pertenece, hombre, animal o campo de su herencia, no podrá venderse o rescatarse. Todo anatema es cosa muy sagrada para Yavé. (Levítico 27, 28)
No se distinguirá entre bueno o malo, ni se cambiará uno por otro, y si se hace un reemplazo, el animal sustituido y el que lo sustituye serán cosa sagrada y no podrán ser rescatados.» (Levítico 27, 33)
Te pertenecerá el primogénito de cualquier ser viviente, sea de hombre o de animal, ofrecido a Yavé. Tú harás solamente el rescate del primogénito de hombre, así como del primerizo de un animal impuro. (Números 18, 15)
ni con forma de algún animal de los que viven en la tierra, o de algún ave que vuela en el cielo; (Deuteronomio 4, 17)
O sea, que pueden comer cualquier animal rumiante de pezuña partida en dos mitades. (Deuteronomio 14, 6)
No comerán de ningún animal hallado muerto. Se lo darás al forastero que reside en tu ciudad o bien lo venderás a un extranjero, sabiendo que tú eres un pueblo consagrado a Yavé, tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre. (Deuteronomio 14, 21)
Si este hermano no es vecino tuyo y no sabes a quién pertenece el animal, lo guardarás en tu casa hasta que su dueño vaya a buscarlo. Entonces se lo devolverás. (Deuteronomio 22, 2)
Maldito el que peca con cualquier animal que sea. Responderá el pueblo: ¡Amén! (Deuteronomio 27, 21)
Absalón iba montado en su mula, cuando se encontró con los hombres de David. Al tratar de pasar el animal por debajo de una encina, se le enredó el cabello a Absalón en las ramas, quedando colgado entre cielo y tierra mientras la mula seguía su camino. (2 Samuel 18, 9)
Corrió atrevidamente, en medio del batallón, hacia ese animal, matando a derecha y a izquierda, de tal modo que todos se apartaron. (1 Macabeos 6, 45)