Löydetty 193 Tulokset: Aceite de la Unción
Devolvedles ahora mismo sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas y perdonadles la deuda del dinero, del trigo, del vino y del aceite que les habíais prestado". (Nehemías 5, 11)
traer además a los sacerdotes, a las salas del templo de nuestro Dios, las primicias de nuestra harina, de los frutos de toda clase de árboles, del vino y del aceite; y dar la décima parte de nuestras cosechas a los levitas -los levitas mismos lo recogerán en todas las ciudades de nuestra labranza-. (Nehemías 10, 38)
porque en estas salas es donde los israelitas y los levitas depositan las contribuciones del trigo, del vino y del aceite y donde se guarda el material del santuario, de los sacerdotes en servicio, de los porteros y de los cantores. En suma, no descuidaríamos más el templo de nuestro Dios. (Nehemías 10, 40)
había puesto a disposición de éste un local grande en el que antes se depositaban las ofrendas, el incienso, los utensilios, los diezmos del grano, del vino y del aceite, es decir, lo que les correspondía a los levitas, a los cantores y a los porteros y la porción debida a los sacerdotes. (Nehemías 13, 5)
y todo Judá trajo a los almacenes la décima parte del trigo, del vino y del aceite. (Nehemías 13, 12)
y se lo entregaba a los sacerdotes, descendientes de Aarón, para el altar. A los levitas, que prestan sus servicios en Jerusalén, les entregaba la décima parte del trigo, del vino y del aceite, de las granadas, de los higos y de los otros frutos de los árboles. Otra décima parte la hacía dinero y lo distribuía cada año en Jerusalén. (Tobías 1, 7)
Entregó a su doncella una bota de vino y un tarro de aceite, llenó las alforjas con panes de cebada, tortas de higos y panes rituales; lo envolvió todo y se lo entregó. (Judit 10, 5)
Han determinado consumir las primicias del trigo y los diezmos del vino y del aceite, cosas sagradas reservadas a los sacerdotes de Jerusalén, que ningún seglar puede tocar ni siquiera con las manos. (Judit 11, 13)
Cada joven debía presentarse por turno al rey Asuero, pasados los doce meses exigidos por el tratamiento de belleza: seis meses para untarse con aceite de mirra, y otros seis con bálsamo y cosméticos. (Ester 2, 12)
No verá más correr arroyos de aceite, ni torrentes de miel y de cuajada. (Job 20, 17)
Sin muelas para exprimir el aceite, pisan los lagares y no apagan la sed. (Job 24, 11)
cuando empapaba mis pies en cuajada y regatos de aceite la roca me vertía. (Job 29, 6)