Löydetty 244 Tulokset: habitantes

  • ¿No has sido tú, oh Dios nuestro, el que expulsaste a los habitantes de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la posteridad de tu amigo Abraham para siempre? (II Crónicas 20, 7)

  • y dijo: «¡Atended vosotros, Judá entero y habitantes de Jerusalén, y tú, oh rey Josafat! Así os dice Yahveh: No temáis ni os asustéis ante esa gran muchedumbre; porque esta guerra no es vuestra, sino de Dios. (II Crónicas 20, 15)

  • Josafat se inclinó rostro en tierra; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron ante Yahveh para adorar a Yahveh. (II Crónicas 20, 18)

  • Al día siguiente se levantaron temprano y salieron al desierto de Técoa. Mientras iban saliendo, Josafat, puesto en pie, dijo: «¡Oídme, Judá y habitantes de Jerusalén! Tened confianza en Yahveh vuestro Dios y estaréis seguros; tened confianza en sus profetas y triumfaréis.» (II Crónicas 20, 20)

  • Construyó asimismo altos en los montes de Judá, incitó a la prostitución a los habitantes de Jerusalén y empujó a ella a Judá. (II Crónicas 21, 11)

  • sino que has andado por los caminos de los reyes de Israel, y has prostituido a Judá y a los habitantes de Jerusalén siguiendo las prostituciones de la casa de Ajab, y también porque has dado muerte a tus hermanos de la casa de tu padre que eran mejores que tú; (II Crónicas 21, 13)

  • Los habitantes de Jerusalén proclamaron rey en su lugar a su hijo menor Ocozías, porque una banda de árabes que había invadido el campamento había dado muerte a todos los mayores, de suerte que llegó a ser rey Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá. (II Crónicas 22, 1)

  • Así salvó Yahveh a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de la mano de todos sus enemigos, y les dio paz por todos lados. (II Crónicas 32, 22)

  • Mas después de haberse ensoberbecido en su corazón, se humilló Ezequías, él y los habitantes de Jerusalén; y por eso no estalló contra ellos la ira de Yahveh en los días de Ezequías. (II Crónicas 32, 26)

  • Se acostó Ezequías con sus padres, y le sepultaron en la subida de los sepulcros de los hijos de David; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén le rindieron honores a su muerte. En su lugar reinó su hijo Manasés. (II Crónicas 32, 33)

  • Manasés desvió a Judá y a los habitantes de Jerusalén para que hicieran mayores males que las gentes que Yahveh había exterminado delante de los israelitas. (II Crónicas 33, 9)

  • Fueron ellos donde el sumo sacerdote Jilquiás y le entregaron el dinero traído a la Casa de Dios, que los levitas y porteros habían recibido de Manasés y de Efraím y de todo el resto de Israel, de todo Judá y Benjamín y de los habitantes de Jerusalén. (II Crónicas 34, 9)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina