Löydetty 249 Tulokset: Tesoro del Templo

  • Me fueron arrebatados todos mis bienes; nada quedó sin confiscar para el tesoro real, salvo mi mujer Ana y mi hijo Tobías. (Tobías 1, 20)

  • y tuvieron gran miedo ante él, temblando por la suerte de Jerusalén y por el Templo del Señor su Dios, (Judit 4, 2)

  • pues hacía poco que habían vuelto del destierro y apenas si acababa de reunirse el pueblo de Judea y de ser consagrados el mobiliario, el altar y el Templo profanados. (Judit 4, 3)

  • Todos los hombres, mujeres y niños de Israel que habitaban en Jerusalén se postraron ante el Templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron las manos ante el Señor. (Judit 4, 11)

  • Pero cuando se apartaron del camino que les había impuesto, fueron duramente aniquilados por múltiples guerras, y deportados a tierra extraña; el Templo de su Dios fue arrasado y sus ciudades cayeron en poder de sus adversarios. (Judit 5, 18)

  • Ahora, pues, hermanos, mostremos a nuestros hermanos que su vida depende de nosotros y que sobre nosotros se apoyan las cosas sagradas, el Templo y el altar. (Judit 8, 24)

  • Si el rey juzga conveniente publicar un decreto para exterminarlos, yo haré que se entreguen 10.000 talentos de plata a los intendentes, para que los ingresen en la cámara del tesoro.» (Ester 3, 9)

  • Mardoqueo le informó de todo cuanto había pasado y de la suma de dinero que Amán había prometido entregar al tesoro real por el exterminio de los judíos. (Ester 4, 7)

  • a los que ansían la muerte que no llega y excavan en su búsqueda más que por un tesoro, (Job 3, 21)

  • Mas yo, por la abundancia de tu amor, entro en tu Casa; en tu santo Templo me prosterno, lleno de tu temor. (Salmos 5, 8)

  • Yahveh en su Templo santo, Yahveh, su trono está en los cielos; ven sus ojos el mundo, sus párpados exploran a los hijos de Adán. (Salmos 11, 4)

  • Clamé a Yahveh en mi angustia, a mi Dios invoqué; y escuchó mi voz desde su Templo, resonó mi llamada en sus oídos. (Salmos 18, 7)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina