Löydetty 370 Tulokset: ejército de madián

  • Por aquel tiempo, Abimélec, que iba acompañado de Picol, el jefe de su ejército, dijo a Abraham: "Dios está contigo en todo lo que haces. (Génesis 21, 22)

  • Después de concluida la alianza, Abimélec partió junto con Picol, el jefe de su ejército, y regresó al país de los filisteos. (Génesis 21, 32)

  • y esta le dio varios hijos: Zimrán, Iocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. (Génesis 25, 2)

  • Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos estos son hijos de Queturá. (Génesis 25, 4)

  • Mientras tanto, fue a verlo Abimélec, que venía de Guerar junto con Ajuzat, su consejero, y Picol, el jefe de su ejército. (Génesis 26, 26)

  • Cuando murió Jusám, lo sucedió Hadad, hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; el nombre de su ciudad era Avit. (Génesis 36, 35)

  • En efecto, el Faraón se enteró de lo sucedido, y buscó a Moisés para matarlo. Pero este huyó del Faraón, y llegó al país de Madián. Allí se sentó junto a un pozo. (Exodo 2, 15)

  • El sacerdote de Madián tenía siete hijas. Ellas fueron a sacar agua para llenar los bebederos y dar de beber al rebaño de su padre. (Exodo 2, 16)

  • Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb. (Exodo 3, 1)

  • El Señor dijo a Moisés en Madián: "Regresa a Egipto, porque ya han muerto todos los que querían matarte". (Exodo 4, 19)

  • El Faraón se resistirá a escucharlos, pero yo descargaré mi mano sobre Egipto, y haré salir de allí a los israelitas -mi ejército y mi pueblo- infligiendo severos y justos castigos. (Exodo 7, 4)

  • Yo, por mi parte, endureceré su corazón para que salga a perseguirlos, y me cubriré de gloria a expensas de él y de todo su ejército. Así los egipcios sabrán que yo soy el Señor". Los israelitas cumplieron esta orden. (Exodo 14, 4)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina